Shakespeare por los siglos de los siglos
No hay una imagen fiel de lo que pudo haber sido su
verdadero rostro. Su retrato más conocido que está en la Galería Nacional del
Retrato de Londres al parecer no guarda ninguna semejanza con el busto que de
él colocaran sus coterráneos en la iglesia de la Sagrada Trinidad, y mucho
menos con el retrato que aparece en la primera edición de sus obras teatrales, todo indica que el físico del llamado bardo inglés sigue siendo un misterio, y este mismo halo de lo desconocido también ha dado pie para que la historia de su identidad también esté sujeta a un sinfín de especulaciones.
Pocos autores clásicos han logrado vencer el implacable
tiempo como William Shakespeare, y mantener su vigencia, más allá del dictamen
del valor efímero que la sociedad mediática le otorga a las cosas. Las grandes
salas teatrales del mundo, y la industria cinematográfica, la norteamericana en
especial, se han encargado de mantener intacta la presencia del gran poeta nacido
en Avon (Inglaterra), quien quizás escribió una de las mejores literaturas del
mundo en la época de Isabel I de Inglaterra, reinado que fundamento la grandeza de Inglaterra y sentó
las bases de su preponderancia en Europa.
La genialidad de Shakespeare trasciende su tiempo,
un dramaturgo de origen común que se ocupó de hacer un teatro entretenido, de
interés para llamar la atención mayoritaria de un público que no sabía leer ni
escribir. En la actualidad Shakespeare es un autor cuyas obras o versiones
cinematográficas están catalogadas del llamado teatro o cine clásico.
Más allá de hacer una remembranza de la
trascendencia temporal de Shakespeare, podríamos preguntarnos: ¿en qué reside la
vigencia de este poeta, a través de los siglos? Y en este orden, la
interrogante inexcusable: ¿Quién en verdad era William Shakespeare un erudito,
un filósofo genial o una secreta asociación de escritores?
Siguiendo la línea de las investigaciones más
connotadas sobre Shakespeare se puede señalar que sus obras en conjunto son un
tratado enciclopédico sobre los modelos históricos del hombre universal, que
incluye estereotipos que van más allá de su tiempo y geografía. Shakespeare
parecía saberlo todo, sobre todos, como si su escritura fuera un gran motor de búsqueda
de Internet.
Pero Shakespeare no era un hombre exquisito, pese a su amplia cultura, se trataba de alguien que escribía teatro para su sustento, provenía de una familia de limitados recursos, aunque no era pobre, su padre fue fabricante de guantes, pero jamás representó a la élite intelectual de su tiempo, tampoco hay evidencias de que haya pertenecido a ella.
Pero Shakespeare no era un hombre exquisito, pese a su amplia cultura, se trataba de alguien que escribía teatro para su sustento, provenía de una familia de limitados recursos, aunque no era pobre, su padre fue fabricante de guantes, pero jamás representó a la élite intelectual de su tiempo, tampoco hay evidencias de que haya pertenecido a ella.
Sus obras tienen una gran reserva para el ámbito
audiovisual, todo en Shakespeare es sobretodo audiovisual, escena teatral. Sin
embargo en sus textos, la síntesis de la vida, el sentido de la existencia
cobran dimensiones verdaderamente bíblicas. Sobre Shakespeare, Marx dijo que
era una obra que junto a la de Balzac podrían definir una nueva Biblia para el
mundo, dado todos los conocimientos alegóricos que poseía sobre la conducta
humana. Visto por Freud, el teatro de Shakespeare es un gran compendio
psicológico de las emociones humanas, aspecto que abunda en gran riqueza en el
perfil de sus personajes. Pero además de escena, Shakespeare es también
palabra, el nivel magistral de la escritura de sus obras lo han hecho un
clásico entre los clásicos de la palabra escrita.
Hay un hecho invalorable en sus obras, sus
personajes son expuestos a las emociones que conviven a diario con nosotros, de
allí que sus personajes nos parezcan característicos de la gente que camina a diario
a nuestro lado, de las personas que trabajan en la oficina, o conviven en
nuestro vecindario. Son personajes que están por todos lados, y es que
Shakespeare caracterizó las más puntuales y precisas emocionalidades del ser
humano, las retrató una a una, plasmándola en su ámbito inagotable, tan
inagotables como sus dramas, a lo largo de sus comedias y tragedias.
La decimonónicamente comentada vida de William Shakespeare se
agota en una frase: Nació en Avón, hijo de un artesano de Stafford, se
casó a los 18 años con Anne Hathaway, 8
años mayor que él y tuvo 2 hijas y un hijo.
En el conjunto de su obra es hiperbólico, hasta las
últimas consecuencias, donde sólo puede competir con Dios, ese autor infinito
de la Biblia, con quien comparte Shakespeare ser el escritor más traducido -a
más de 100 idiomas-, y versionado, incluyendo el cine.
Shakespeare sigue siendo un gran desconocido para el
mundo en lo que a su vida privada, y su personalidad en si se refiere.
Mucho se ha especulado sobre su verdadera identidad en un primer momento se atribuyó al filósofo Francis Bacon, como el verdadero escritor de las obras de Shakespeare, con los años emergió el nombre del poeta y autor teatral Christopher Marlowe. Sin embargo, hasta ahora nada desdice la increíble historia de este joven salido de Avon, quien comenzara en el teatro con los trabajos de más bajo nivel llegara a ser el autor más reconocido de la historia.
Existe un solo comentario sobre Shakespeare hecho en su época donde otro autor contemporáneo lo acusa de plagio, algo probable, quizás reescribió, realimentó y sobredimensionó muchas de sus obras, pero de seguro que una vez que pasaban por la infatigable magia de su pluma, esas historias pasaban a ser otras, cobraban nueva vida, giraban en una nueva dimensión. Pero hay muchas cosas sobre su identidad que su escritura desmiente por sí misma a decir de los especialistas: No fue jardinero, no luchó en los Países Bajos (guerras europeas), no fue maestro rural, no fue navegante, no fue cazador furtivo, no fue joven de cuadra de teatro. Lo que sí Shakespeare, fue un experto en muchas artes, muestra en su escritura un nivel cultural que sobrepasa el promedio del hombre de Provincia.
A Shakespeare ningún conocimiento de la civilización le era desconocido: Historia europea, cultura italiana, caza y cetrería, navegación, jurisprudencia, jardinería, la vida en la corte, música, pintura, heráldica, América y sus pobladores indígenas, Astronomía, Albañilería, la Biblia, medicina, pesca, y sobretodo literatura clásica.
Mucho se ha especulado sobre su verdadera identidad en un primer momento se atribuyó al filósofo Francis Bacon, como el verdadero escritor de las obras de Shakespeare, con los años emergió el nombre del poeta y autor teatral Christopher Marlowe. Sin embargo, hasta ahora nada desdice la increíble historia de este joven salido de Avon, quien comenzara en el teatro con los trabajos de más bajo nivel llegara a ser el autor más reconocido de la historia.
Existe un solo comentario sobre Shakespeare hecho en su época donde otro autor contemporáneo lo acusa de plagio, algo probable, quizás reescribió, realimentó y sobredimensionó muchas de sus obras, pero de seguro que una vez que pasaban por la infatigable magia de su pluma, esas historias pasaban a ser otras, cobraban nueva vida, giraban en una nueva dimensión. Pero hay muchas cosas sobre su identidad que su escritura desmiente por sí misma a decir de los especialistas: No fue jardinero, no luchó en los Países Bajos (guerras europeas), no fue maestro rural, no fue navegante, no fue cazador furtivo, no fue joven de cuadra de teatro. Lo que sí Shakespeare, fue un experto en muchas artes, muestra en su escritura un nivel cultural que sobrepasa el promedio del hombre de Provincia.
A Shakespeare ningún conocimiento de la civilización le era desconocido: Historia europea, cultura italiana, caza y cetrería, navegación, jurisprudencia, jardinería, la vida en la corte, música, pintura, heráldica, América y sus pobladores indígenas, Astronomía, Albañilería, la Biblia, medicina, pesca, y sobretodo literatura clásica.
Hamlet, príncipe de Dinamarca: “El rey de Dinamarca
(padre de Hamlet) ha muerto, y, en su lugar, sube al trono su hermano Claudio,
éste se casa con la reina viuda y cuñada Gertrudis. Hamlet se entera por el fantasma
de que su padre ha sido asesinado por su hermano Claudio, ya que se quería
quedar con el trono, le ha puesto veneno en la oreja. El Espectro le encarga a
Hamlet que se vengue sin hacer daño a Gertrudis”.
Hamlet, es quizás la obra más recurrente de William
Shakespeare, durante casi dos siglos simbolizó la divina figura del ideal de
los románticos. Un arrebatado solitario, atormentado existencial que duda de
todo, hasta de sí mismo. Un idealista contemplativo que desea tomar la vida por
asalto, algo ante lo que el mismo es su principal obstáculo. Sin embargo, la
universalidad de este personaje, y su compleja figura literaria han hecho de
Hamlet el espíritu central de cada época, lo que ha permitido que se erija en
el espíritu de los tiempos.
Hamlet, al igual que Edipo el Rey (personaje central
de la tragedia de Sófocles del mismo nombre), fue sometido a una sesión de sofá
psicoanalítico por Freud, el diagnóstico freudiano de Hamlet es el de un joven
atormentado por el temible complejo de Edipo, que indica la existencia de un
lazo insoluto con el amor posesivo de su madre. Pero Freud da vuelta a la hoja
y afirma: Hamlet no deja de actuar por complejidad filo-intelectual, no. A él lo neutraliza el “enamoramiento” de su
madre. Por eso no se apura en vengar a su rival-padre, porque siempre le deseó
la muerte.
Sin embargo, ni embriagado de sí mismo como lo
sugería la mentalidad romántica, ni tan edípico como lo recetó Freud. A Hamlet
lo rescata de esa orgía intelectual la teoría del conocimiento del Siglo XXI, a
través de cuyo prisma se realiza una nueva reconstrucción del problema
planteado por su disyuntiva de Ser o no
Ser. Se indica que Hamlet es tan inteligente que posee una comprensión total de
lo real, sabe tanto y su entendimiento de lo sabido es tan absoluto que eso es
lo que le paraliza.