jueves, 30 de julio de 2015






El país del mientras tanto o donde el cuento es el rey
Que Venezuela sea un país donde se puede vivir del cuento no es nada nuevo, el venezolano siempre ha sido cuentero y vivo. Cuando nos descubrió Colón –como dijo José Ignacio Cabrujas- por desprevenidos y pendejos, le salimos al paso inventando o reinventado el cuento de El Dorado, lo hicimos tan bien que hasta se lo creyó el mismísimo Tirano Aguirre  –el hombre que tras ser asesinado y su mano amputada  y lanzada al río provocó la huida de todos los aldeanos de sus alrededores-. Cuando se nos acabó el cuento de El Dorado inventamos el de los entierros en los solares de las viejas casonas, los baúles llenos de morocotas, y así hemos ido nutriendo una memoria colectiva que responde más a los recursos de nuestra creativa invención que al sentido cierto de nuestra realidad.

El hombre es moreno alto debe estar rayando los 60 años, tiene el lenguaje acompañado por los gestos del que ha dejado de ejercer oficio definido para convertirse en el  todero de la familia. Su estampa es la de un viejo cervecero asiduo a las peñas taurinas. Es el típico venezolano que no se queda callado que quiere saber de todo, e incluso saber más que nadie. Ancla diálogo con un par de viejitas en la sala de espera de la clínica de especialidades cardiológicas. Habla de los prodigios del aceite de oliva  para el corazón, y receta: debe tomarse una gotica antes de cada comida. Eso te controla la tensión arterial de por vida”,  y enseguida echa el cuento de una tía que viene haciéndolo desde hace diez años y más nunca ha tenido que visitar al cardiólogo, esta última frase la suelta con evidente tono de suficiencia,  mirando de soslayo la puerta del consultorio del cardiólogo como  si fuera algo que está sobrando en su realidad.

Hay dos cosas que mueven al venezolano, el billete y el cuento. Todo se da en virtud de esa transacción vertiginosa que caracteriza a ambos, porque el dinero en Venezuela nació con esa entidad milagrosa que es el petróleo que manó de la tierra, salió de la nada, sin el menor esfuerzo de un demorado y trabajoso desarrollo industrial. Cuando aplicamos ese binomio dinero más cuento nos da un  único producto: el rebusque, aquí los que amasan fortuna son los ricos, los demás de ministro para abajo lo que hacen es rebuscarse según el cargo, según el “comisionazgo”, el Presidente no se rebusca porque él es el Rey del rebusque el que pone las reglas y reparte el billete.




LA CORTE DE LOS PEQUEÑOS MILAGROS

Un país tan cuentero que aquí lo que vale es lo que se dice y no lo que está escrito. Desde nuestras primeras constituciones y leyes, buscamos copiarnos algo bonito y bien escrito que sonara moderno. La única entelequia inaplicable no es la constitución de Chávez, muchas anteriores también fueron así, sufrían de un mismo mal, ser toda “una delicatese jurídica”, sin nada que ver con la realidad del país, leyes y constituciones –que también son un cuento- algo para embellecernos la fachada, para decirlo con palabras de Cabrujas. Queríamos ser como los ingleses pero nos signaba la chusma.

Como gran cuentero el venezolano necesita de ese suspenso histórico que lo ha amamantado desde siempre, por eso en los últimos tiempos se ha buscado presidentes cuenteros, jefes de estado del bla, bla, bla…Si CAP nos hizo soñar con la gran Venezuela, y de ser siempre inmensamente ricos para poder andar por el mundo con el  “ta’ barato, dame dos”, Chávez llegó al paroxismo alucinatorio decretando una república socialista y gran potencia, un ejemplo que seguirían los pueblos del mundo; ideas improvisadas, sin arraigo, de festín que nunca existió más allá de las palabras anunciadoras, haciendo, como era de esperarse de su verbigracia un gran cuento.
 

 CREATE FAMA Y ACUESTATE A DORMIR

De las bondades milagrosas del aceite de Oliva, virgen prensado al frío, nuestro hombre de la clínica pasa con facilidad del cuento introductorio con éxito, ese que prueba la credulidad de su audiencia, al gran cuento, ese que siempre comporta algo de mito, de mucha pose pero con disimulo. “Yo curé a mi mamá de cáncer y mire, facilito”, suelta la frase ante una audiencia cautiva y ávida de esperanzas –a esa altura los pacientes allí presentes, están dominados por la impaciencia y la incertidumbre propia de quienes tienen dos horas esperando ser atendidos frente a un consultorio médico-, en cierta medida quieren escuchar algo de un guarapo que les quite todos los males, o de una infusión que los deje como nuevos.

La fama en Venezuela es un cuento bien echado, y repetido por otros –esa es una condición fundamental- una vez logrado esto, sólo queda descansar ya el cuento se sostiene por sí sólo, sin ninguna otra cosa que lo alimente que su recurrente repetición. “Cuando mi mamá tenía 82 años se cayó, fuimos al médico y nos dijo que no era nada grave, sólo una fractura leve en la costilla derecha, pero  que examinándola le encontró un bultico, a éste le hicieron una punción, y después de analizarla, el médico me llamó y dijo que se trataba de un tumor maligno, cancerígeno y lamentándolo me dijo que su mamá por la edad y sus condiciones podría sobrevivir máximo 6 meses, 12 a lo sumo.


 EN VENEZUELA EL CUENTO ES EL REALITY SHOW

El hombre de la clínica ha hecho de su cuento el gran maestro de ceremonia de la mañana, y es que Venezuela no es un país para los “reality show”, los tenemos en todos lados, nos lo encontramos en la esquina, en la panadería, en la cola del banco, cuando vas a pagar un servicio público.

“Lo importante de este remedio, es la miel, miel pura que es la purifica, porque si compras la falsa que está hecha en base de azúcar esa sí que te mata más rápido”. Dice mirando a cada uno fijamente a los ojos, como midiendo el nivel de credibilidad de su público cautivo.

Yo lo primero que hice fue buscar información por internet, y encontré una fórmula que creó un misionero brasileño para curar el cáncer. Miel pura de abeja, penca de sábila, a la que sólo se le quita el borde espinoso y  una copa de brandy o whisky, y eso se licua y se toman dos a tres cucharadas antes de cada comida”. Todo lo va diciendo con un tono de elocuencia profesoral, él se convierte en una voz que echa un cuento en escala sostenida, con la que se asegura llegue a cada de los otros 11 pacientes que están junto a él en la sala de espera.  Nadie repara en sus pantalones con ruedo brincapozos con una moda de 20 años de atraso. Ni en la desaliñada chemise anaranjada, a la que parece el color ha ido abandonando poco a poco. Ni en los zapatos de modelo decimonónico, en Venezuela sólo importa el cuento, no el hábito del monje, sino pregúntese porque la mayoría de nuestros últimos presidentes siempre se han vestido con tan marcado mal gusto.

 Ese remedio se lo di  mi mamá por tres meses, luego fuimos al médico otra vez, y nos dijo que el tumor se había reducido en 90 por ciento, yo callé no iba a decirle con qué fórmula curé a mi mamá del cáncer. Esa pepita que le quedó se la removieron en una operación ambulatoria, mi mamá vivió, gracias a eso, hasta los 98 años y murió de gripe. Eso si la miel debe ser pura, y el frasco de envasar la fórmula de vidrio, asegúrense que sea miel pura que yo si  sé donde conseguirla. Remata su historia el hombre de la clínica, otro promotor de la corte de los pequeños milagros, convencido del efecto seductor de sus palabras, se despide convencido de su gran historia, se marcha apresuradamente, antes de que llegue otro vivo y le agarre el cuento de jodedera.

martes, 28 de julio de 2015


El Anarcocapitalismo


La asfixia del hombre, su libertad, dejar revelar su poder creativo, la centralización política en qué debes pensar, qué es bueno y qué es malo, qué es anti-revolucionario y qué no lo es. Y si no eres revolucionario eres enemigo de la patria. La exigencia fractal de una fidelidad automática al partido único y sus líderes, sin que medie su estatura intelectual o moral. El culto al gran hermano. El que se pretenda decretar la solidaridad y el sacrificio social por el otro que al final –en la psiquis de la aún incomprendida postmodernidad- a muchos ni le interesa, y a la mayoría espanta como esa perversión de la demolición del Estado a favor de una dictadura del proletariado que ya sabemos con qué ejercicio de totalitarismo suelen terminar.
Ya Michael Folcault se encargó de desmotar la pretensión científica del marxismo apuntando: " Cuando veo que se esfuerzan por establecer que el marxismo es una ciencia, no advierto que estén demostrando de una vez por todas que el marxismo tiene una estructura racional y que sus proposiciones competen a procedimientos de verificación. Veo que están haciendo otra cosa. Veo que asocian al discurso marxista y asignan a quienes lo emiten, efectos de poder que Occidente, ya desde la Edad Media atribuyó a la ciencia y reservó a lo emisores de un discurso científico".
 



Son los aspectos históricos que desdicen, y nos revela una cierta perversidad en todas las aplicaciones políticas derivadas o inspiradas en el inviable viejo proyecto comunista ideado por Marx y Engels, y que en experiencias recientes –incluyendo la de nuestro país- ha demostrado una vez más su imposibilidad como vectores de una sociedad. Cada vez que se pretende aplicar lo que se obtiene es el único producto posible: una gran distorsión, porque se parte de algo que no existe.
Los promotores del anarcocapitalismo van en vía contraria en vez de hacer al estado omnímodo, una masa amorfa de una burocracia que parece crecer sin fin, apuestan por una sociedad sin un Estado preponderante, sino que este sea un Estado mínimo, no interventor, donde entré en pleno funcionamiento la maquinaria de la libertad.

El anarcocapitalismo no es una nueva teoría, nace en el siglo XIX en Estados Unidos, tuvo en el premio Nobel de economía Miltón Friedman uno de sus más entusiastas seguidores. Su fundamento está resumido en un interesante texto escrito por su nieto Dave Friedman: La maquinaria de la libertad, quien encontrara en las ideas de su abuelo, una fuente de referencias para la construcción de un sistema que se vislumbraría como el modelo económico más compatible con la sociedad del futuro.

  

Si bien Friedman indica que minimizar al Estado pasa primero por privatizar la mayoría de sus funciones, no menos cierto es que admite que muchos problemas sociales no podrán ser resueltos únicamente aplicándole la óptica liberal privatizadora, esa sería una porción minúscula del Estado quedará para ocuparse entre otros aspectos de ejercer las funciones sociales benefactoras que demanden ciertos niveles de la sociedad.
El anarquismo con propiedad privada promueve “competencia y soberanía del consumidor, experimentación descentralizada, dispersión del poder coactivo, que son los factores que más favorecen la paz, la prosperidad y la felicidad, que a fin de cuentas es lo que le interesa a cada quién. ¿A fin de cuentas a quién le interesa si Evo Morales padece de insomnio?
Sin embargo, Friedman no es un utilitarista al uso –como dicen-: Sus intuiciones éticas le llevan a rechazar el utilitarismo como criterio último, no está dispuesto a sacrificar la libertad de una persona para incrementar la felicidad de otras dos.

El anarcocapitalismo es un desafío a las anquilosadas ideas de izquierda que como sabemos todas terminan en un estrepitoso fracaso, hoy vemos a una Cuba emerger en harapos y en deplorable estado de miseria de una pesadilla socialista, un proyecto de nueva sociedad que sólo existió en palabras.Día a día China, el gran gigante comunista gira cada vez más su volante hacia la vía del capitalismo como única vía a su sobrevivencia.
 



Ahora bien, el capitalismo en su devenir desde hace décadas viene mostrando su estadio degenerativo, es innegable que hasta ahora ha sido lo más compatible con el pensamiento y ejercicios libertario, aunque parece estar llegando el momento de su inevitable superación: ¿pero después del capitalismo qué? Una zambumbia alucinatoria de marxismo con boniato, yuca y mucho cuento fermentado como es el chavismo? sabemos que esa jamás será la respuesta. Quizás esté en un nuevo orden como el que propone el anarcocapitalismo sea el perfectible para alcanzar niveles deseables de felicidad y acabar con las miserias e injusticias sociales, no olvidemos que no hay ´peor atención a la pobreza –sostiene Friedman-que aquella cuando el servicio lo brinda el Estado.
 


El anarcocapitalismo también es un desafío para el conservador liberalismo: “La Maquinaria de la libertad también presupone un desafío para los liberales conservadores, aquellos que creen que los servicios de gendarmería (ley, tribunales, policía y defensa nacional) sólo pueden ser provistos en régimen de monopolio público y financiados con los impuestos de los ciudadanos”. Algo que en Venezuela comprobamos cada día, donde el servicio público se atomiza, es mediocre, insuficiente a la demanda y eminentemente corrupto en su aplicación.
El anarcocapitalismo surge como una física de la resistencia ante la sempiternas praxis y uso del poder sea de izquierda, socialistas, o de derecha, liberales; es la sociedad abierta y el individuo -a decir de Karl Pooper-, sin intermediarios ni líderes mesiánicos proponiéndonos un paraíso mileranista que jamás llegará.