jueves, 3 de agosto de 2017


Shakespeare por los siglos de los siglos

No hay una imagen fiel de lo que pudo haber sido su verdadero rostro. Su retrato más conocido que está en la Galería Nacional del Retrato de Londres al parecer no guarda ninguna semejanza con el busto que de él colocaran sus coterráneos en la iglesia de la Sagrada Trinidad, y mucho menos con el retrato que aparece en la primera edición de sus obras teatrales, todo indica que el físico del llamado bardo inglés sigue siendo un misterio, y este mismo halo de lo desconocido también ha dado pie para que la historia de su identidad también esté sujeta a un sinfín de especulaciones.


Pocos autores clásicos han logrado vencer el implacable tiempo como William Shakespeare, y mantener su vigencia, más allá del dictamen del valor efímero que la sociedad mediática le otorga a las cosas. Las grandes salas teatrales del mundo, y la industria cinematográfica, la norteamericana en especial, se han encargado de mantener intacta la presencia del gran poeta nacido en Avon (Inglaterra), quien quizás escribió una de las mejores literaturas del mundo en la época de Isabel I de Inglaterra, reinado que  fundamento la grandeza de Inglaterra y sentó las bases de su preponderancia en Europa.
La genialidad de Shakespeare trasciende su tiempo, un dramaturgo de origen común que se ocupó de hacer un teatro entretenido, de interés para llamar la atención mayoritaria de un público que no sabía leer ni escribir. En la actualidad Shakespeare es un autor cuyas obras o versiones cinematográficas están catalogadas del llamado teatro o cine clásico.

Más allá de hacer una remembranza de la trascendencia temporal de Shakespeare, podríamos preguntarnos: ¿en qué reside la vigencia de este poeta, a través de los siglos? Y en este orden, la interrogante inexcusable: ¿Quién en verdad era William Shakespeare un erudito, un filósofo genial o una secreta asociación de escritores?
Siguiendo la línea de las investigaciones más connotadas sobre Shakespeare se puede señalar que sus obras en conjunto son un tratado enciclopédico sobre los modelos históricos del hombre universal, que incluye estereotipos que van más allá de su tiempo y geografía. Shakespeare parecía saberlo todo, sobre todos, como si su escritura fuera un gran motor de búsqueda de Internet. 

Pero Shakespeare no era un hombre exquisito, pese a su amplia cultura, se trataba de alguien que escribía teatro para su sustento, provenía de una familia de limitados recursos, aunque no era pobre, su padre fue fabricante de guantes, pero jamás representó a la élite intelectual de su tiempo, tampoco hay evidencias de que haya pertenecido a ella.


Sus obras tienen una gran reserva para el ámbito audiovisual, todo en Shakespeare es sobretodo audiovisual, escena teatral. Sin embargo en sus textos, la síntesis de la vida, el sentido de la existencia cobran dimensiones verdaderamente bíblicas. Sobre Shakespeare, Marx dijo que era una obra que junto a la de Balzac podrían definir una nueva Biblia para el mundo, dado todos los conocimientos alegóricos que poseía sobre la conducta humana. Visto por Freud, el teatro de Shakespeare es un gran compendio psicológico de las emociones humanas, aspecto que abunda en gran riqueza en el perfil de sus personajes. Pero además de escena, Shakespeare es también palabra, el nivel magistral de la escritura de sus obras lo han hecho un clásico entre los clásicos de la palabra escrita.
Hay un hecho invalorable en sus obras, sus personajes son expuestos a las emociones que conviven a diario con nosotros, de allí que sus personajes nos parezcan característicos de la gente que camina a diario a nuestro lado, de las personas que trabajan en la oficina, o conviven en nuestro vecindario. Son personajes que están por todos lados, y es que Shakespeare caracterizó las más puntuales y precisas emocionalidades del ser humano, las retrató una a una, plasmándola en su ámbito inagotable, tan inagotables como sus dramas, a lo largo de sus comedias y tragedias.


La decimonónicamente comentada vida de William Shakespeare se agota en una frase: Nació en Avón, hijo de un artesano de Stafford, se casó a los 18 años con Anne Hathaway,  8 años mayor que él y tuvo 2 hijas y un hijo.
En el conjunto de su obra es hiperbólico, hasta las últimas consecuencias, donde sólo puede competir con Dios, ese autor infinito de la Biblia, con quien comparte Shakespeare ser el escritor más traducido -a más de 100 idiomas-, y versionado, incluyendo el cine.
Shakespeare sigue siendo un gran desconocido para el mundo en lo que a su vida privada, y su personalidad en si se refiere. 

Mucho se ha especulado sobre su verdadera identidad en un primer momento  se atribuyó al filósofo Francis Bacon, como el verdadero escritor de las obras de Shakespeare, con los años emergió el nombre del poeta y autor teatral Christopher Marlowe. Sin embargo, hasta ahora nada desdice la increíble historia de este joven salido de Avon, quien comenzara en el teatro con los trabajos de más bajo nivel llegara a ser el autor más reconocido de la historia.

 Existe un solo comentario sobre Shakespeare hecho en su época donde otro autor contemporáneo lo acusa de plagio, algo probable, quizás reescribió, realimentó y sobredimensionó muchas de sus obras, pero de seguro que una vez que pasaban por la infatigable magia de su pluma, esas historias pasaban a ser otras, cobraban nueva vida, giraban en una nueva dimensión. Pero hay muchas cosas sobre su identidad que su escritura desmiente por sí misma a decir de los especialistas: No fue jardinero, no luchó en los Países Bajos (guerras europeas), no fue maestro rural, no fue navegante, no fue cazador furtivo, no fue joven de cuadra de teatro. Lo que sí Shakespeare, fue un experto en muchas artes, muestra en su escritura un nivel cultural que sobrepasa el promedio del hombre de Provincia. 

A Shakespeare ningún conocimiento de la civilización le era desconocido: Historia europea, cultura italiana, caza y cetrería, navegación, jurisprudencia, jardinería, la vida en la corte, música, pintura, heráldica, América y sus pobladores indígenas, Astronomía, Albañilería, la Biblia, medicina, pesca, y sobretodo literatura clásica.



Hamlet, príncipe de Dinamarca: “El rey de Dinamarca (padre de Hamlet) ha muerto, y, en su lugar, sube al trono su hermano Claudio, éste se casa con la reina viuda y cuñada Gertrudis. Hamlet se entera por el fantasma de que su padre ha sido asesinado por su hermano Claudio, ya que se quería quedar con el trono, le ha puesto veneno en la oreja. El Espectro le encarga a Hamlet que se vengue sin hacer daño a Gertrudis”.

Hamlet, es quizás la obra más recurrente de William Shakespeare, durante casi dos siglos simbolizó la divina figura del ideal de los románticos. Un arrebatado solitario, atormentado existencial que duda de todo, hasta de sí mismo. Un idealista contemplativo que desea tomar la vida por asalto, algo ante lo que el mismo es su principal obstáculo. Sin embargo, la universalidad de este personaje, y su compleja figura literaria han hecho de Hamlet el espíritu central de cada época, lo que ha permitido que se erija en el espíritu de los tiempos.

Hamlet, al igual que Edipo el Rey (personaje central de la tragedia de Sófocles del mismo nombre), fue sometido a una sesión de sofá psicoanalítico por Freud, el diagnóstico freudiano de Hamlet es el de un joven atormentado por el temible complejo de Edipo, que indica la existencia de un lazo insoluto con el amor posesivo de su madre. Pero Freud da vuelta a la hoja y afirma: Hamlet no deja de actuar por complejidad filo-intelectual, no.  A él lo neutraliza el “enamoramiento” de su madre. Por eso no se apura en vengar a su rival-padre, porque siempre le deseó la muerte.

Sin embargo, ni embriagado de sí mismo como lo sugería la mentalidad romántica, ni tan edípico como lo recetó Freud. A Hamlet lo rescata de esa orgía intelectual la teoría del conocimiento del Siglo XXI, a través de cuyo prisma se realiza una nueva reconstrucción del problema planteado por su disyuntiva de Ser  o no Ser. Se indica que Hamlet es tan inteligente que posee una comprensión total de lo real, sabe tanto y su entendimiento de lo sabido es tan absoluto que eso es lo que le paraliza.

martes, 9 de mayo de 2017





Poema del NO  
             
No me pidas que te espere
No me ames sin tiempo
Los relojes sólo suman la divagación inútil de los encuentros, donde el futuro es el disfraz de una espera
No me guardes en tu memoria
No me ames sin tiempo,
Tampoco me conviertas en una botella lanzada al mar con una nota de débito a la existencia con data imprecisa
ayer, hoy, quizá mañana
No me quieras con sombras,
No me ames sin tiempo
Veámonos frente a frente, sin la intermediación de un sueño, para que las miradas puedan navegar, incluso más allá de nuestros cuerpos.
No me pidas que jure
No me ames sin tiempo
Porque el amor no se ata a las promesas, y tu nombre ya no está, nunca llega, es invisible como todo lo que no existe.
No me guardes en una fecha, con día, mes y año
No me pidas renunciar al olvido.
No me ames sin tiempo
Prescindamos de la eternidad y su palabra vaga, tan jurada en amores,
tan violentada en la distancia.
No me pidas que me rinda
No me ames sin tiempo
No me hurgues más en tu memoria, desata todos mis recuerdos no sea que robes algo de mí que ya no soy.
Alguien ya lo dijo, sólo existen los paraísos perdidos.
No pronuncies mi nombre
No me ames sin tiempo
Y verás como cae el verano de rodillas en la perfidia de su desnudez, el otoño se rinde sin el perdón del viento, y el invierno se convierte en un viejo autobús que pasa a las 7am. con rostros llenos de prisa sin saber a dónde van.
No gastes todas tus palabras
No me ames sin tiempo
Las necesitaras para esta y las otras vidas que tengas que vivir                  
hasta que por fin                                                                  
Tú puedas encontrarnos.[D.G]

Opción existencial
Hay momentos en que contemplamos todo lo que nos rodea y sólo podemos decir: un profundo respeto por la naturaleza humana, dejando que todo siga su curso o vague según el impulso que cada quien le imprima. No soy un predicador, jamás siquiera lo he intentado.  En lo personal suscribo la idea de no conocer ninguna otra fidelidad que no sea la que va legando la inteligencia, el ejercicio del sano intelecto, la sapiencia, la elevación espiritual, y la actitud culta; las demás, la de los amigos, vecinos, incluso familiares, me son secundarias.
Mi querer es una elección, no una obligación, siempre debemos elegir a quién querer. –así como hay afectos que no nos pertenecen, hay guerras que jamás debemos suscribir porque tampoco son nuestras. Tan inútil es, heredar odios como amores; cada quien fabrique su cadena, levante las paredes de su celda o abra la puerta de su libertad. Sin que olvidemos que los gestos inútiles intoxican tanto como la palabra vacía, necia, sin sentido, gente de la que hay que huir, esa que habla por hablar, o la que es hablada por otros, sin voz propia.
Busco en el encuentro con cada persona apreciar una dimensión del Ser, lo demás hace tiempo ha dejado de interesarme, en mi acción libertaria la única fidelidad que endoso es la que tengo hacia mí mismo, como eco de la filosofía hedonista que define mi existencia-  [Filosofía Libertaria – Douglas González]

viernes, 14 de abril de 2017


Existir en la escritura


"Sigo sin comprender cómo se puede existir siendo notario, como puede uno ser empleado de un despacho, cómo alguien puede levantarse antes de las diez y acostarse antes de la medianoche y me cuestiono seriamente que haya seres en la tierra que se dediquen a algo que no sea alinear frases y buscar adjetivos".
(Carta de Gustavo Flaubert a Louise Collet)


CIELO


  1. Un cielo gris, un cielo de esmalte, casi a oscuras, el día es una prolongada sombra de esa luz de Sol que brilla en tus ojos.

sábado, 8 de abril de 2017

TIEMPO NO-TIEMPO 

¿Tiempo? Sólo un trozo podemos comernos….pero  siempre queremos ese pedazo que está más allá de los puntos cardinales que persigue nuestra mirada buscando hacia donde señalan tus dedos.
¿Tiempo? La vida y todo lo que en ella juega sin él, es un cuadro de naturaleza muerta.
¿Tiempo y no-tiempo? Regresión paradójica, incertidumbre de lo dual donde encierra los diez mil rostros el ser y del no-ser.
¿No-Tiempo? Un delirio, una invención, a veces un nombre, basta, incluso cualquiera que esté escrito como un graffiti en la pared.
¿Tiempo? Residencia de lo anónimo, donde se le da cuerda al reloj de los hechos y los días
¿Tiempo? Una conspiración de las apariencias, suma progresiva de realidades y ficciones.
¿No-Tiempo? La catarata de lo sucesivo, restándose a sí mismo, ante el hecho indudable de lo finito.
¿Tiempo? Un guardia siempre  al acecho en los cruces de.la.vida.             
¿No-tiempo? Los antiguos creían que el destino estaba escrito y con solo cambiando una línea bastaba para empezar un nuevo tiempo y señalar otro camino donde dejar sus huesos sudar el polvo del olvido.

¿Tiempo?  Ir a gritarle al oído sordo del devenir, como el peregrino que en vano trata de conmover con sus plegarias la estatua de mármol con oídos de piedra y su mirada falsa. 
#tiempo 
#existencia 
#espera


MILAGRO...


Milagro....a veces nos empeñamos en buscar señales reveladoras donde no las hay..
Incapaz de hacer aparecer ni en el tercero, ni en el séptimo, ni en ningún otro día a ese cuerpo que con su partida nos dejó a la mitad, pero que ocupa todo el territorio de nuestra mente, de lo pensado y lo sentido, donde su ausencia se vuelve falaz e hiriente como una espada que danza por los aires.

Milagro…..


Sólo un poco de tiempo pedí, hacia adelante o hacia atrás de esa historia, no importaba 
Milagro.... que pudiera encontrar como en los mapas de los tesoros escondidos donde  está marcado con una equis el lugar de aquello que ya no existe.
#milagro

lunes, 3 de abril de 2017


FANTASÍA


La filosofía parece ocuparse sólo de la verdad, pero quizá no diga más que fantasías, y la literatura parece ocuparse sólo de fantasías, pero quizá diga la verdad. (Antonio Tabucchi / Sostiene Pereira)

domingo, 2 de abril de 2017


Somos apolíneos o dionisiacos según Nietzsche

Mucho antes que Freud utilizara personajes de la literatura griega como paradigmas para postular la definición de algunos complejos  de los que posteriormente se ocuparía el psicoanálisis –caso del complejo de Edipo-, el filósofo Friedrich Nietzsche ejerciendo una suerte de psicología preliminar, se permitió establecer una dualidad entre dos dioses de la mitología: Dionisios y Apolo, para definir lo que él denominó los principales fundamentos del carácter humano, con los que divide a los hombres entre dionisiacos y apolíneos.


En  "El nacimiento de la tragedia”,  Nietzsche indica que los apolíneos son aquellos  promotores  o seguidores de una estética de la existencia, buscadores  de la armonía, lo bello, el equilibrio y la razón, mientras que los dionisiacos son cultores del vino, sensuales, proclives al desenfreno, la lujuria,  las pasiones y lo efímero que transitan en las emociones. De esta manera el autor del ”Anticristo” y “Así Hablaba Zaratrusta”, toma estos dos temperamentos diametralmente opuestos y los hace parte de su  definición de las personalidades, inherentes a la vida,  e imprescindibles en toda creación dramática.

Según Nietzsche algunos somos psíquicamente hijos de la ebriedad de Dionisios  los valores de la vida, o de la quietud del sueño reparador de Apolo, residencia de las valoraciones y accionar de la razón. Ambos indudablemente afectan su referencia sobre la realidad, uno por la visión fantasiosa producto de todo sueño, incluso el mítico reparador de Apolo; otro por su obligada mirada hacia el estado de ebriedad (especie de éxtasis de irrealidad) de Dionisios.  La lucha entre ambos representa el juego trágico en que consiste el mundo: entre la vida y la muerte.



Freud logró implantar su complejo de Edipo (personaje de una tragedia de Sófocles) para referirse a ese vínculo psíquico que pueden sufrir algunos hombres en su adolescencia al mantener un vínculo de sobredependencia afectiva con su madre, y que entrañaría una especie de enamoramiento ideal  en este sentido. Pese a la lucidez de su planteamiento y la amplia posibilidad que pudo tener su postulado al describir realidades psiquicas, el concepto de lo apolíneo y lo dionisiaco de Nietzsche quedó  como un axioma filosófico y una visión literaria de la vida, con toda la plenitud y la tragedia que esto conlleva.

Según ésta concepción nietzscheana nos mantenemos en el templo de lo real y lo carnal, en el flujo de la vida y su arrebato sujetados a Dionisios, mientras lo sublime del pensamiento, lo ideal, las cosas del alma y sus sentimientos son nuestros vínculos con Apolo. Todo ser humano está sujeto a esta ambivalencia, a esta dualidad, sólo que siempre -como toda relación bipolar- cuando se rompe el equilibrio predomina un extremo más que al otro, y ocurre ese insalvable diálogo a distancia entre la idea y el cuerpo.
#Nietzsche #apolíneo #dionisiaco #filosofía
 (D.G).

viernes, 31 de marzo de 2017



SALTO

El amor saltó de la palabra y se hizo piel, saltó del tiempo y se convirtió en ese bufón que hace malabares con las agujas inmóviles del reloj de la eternidad. Saltó de sus ojos y se hizo etéreo, un soplo de voz arrastrado por el viento, como un dios está en todas partes, otras veces en ninguna. D.G

jueves, 30 de marzo de 2017


Libros clásicos vs libros basura

Nunca será de extrañar que para cierta clase intelectual, y una muy privilegiada casta de eruditos, el mercado literario en las últimas décadas haya estado siendo invadido por libros-basura. Así como en el ámbito alimenticio existe la comida chatarra, el mismo criterio aplica para los libros, hay libros chatarra, textos desechables que no cumplen un cometido de conversión en el saber de sus lectores.   

Un libro que se extravía en la anti-memoria urbana, que se pierde en las vías por donde transita la sociedad de la información, de seguro es un libro efímero, y  por lo tanto incompleto y como tal tiene muy  buen destino el que desaparezca de una vez y para siempre, porque su único destino es multiplicar la ilusión errática de los analfabetas funcionales
Un libro que permanece vigente sin que le afecte el paso de un debut en el mercado, es lo que llamaríamos un clásico, ese que logra trascender las fronteras del tiempo –que ya es un reto difícil- y la de la conciencia de sus  lectores –que compromete algo mucho más titanico- salvo que se trate de la Biblia, libro, o suma de libros, que según la creencia judeo-cristiana fue escrito, o dictado, por el Espíritu Santo.


Sin embargo, más allá de este libro con características muy significativas, y que en alguna medida cifra el espacio y el tiempo de una civilización, tenemos otros libros que a pesar del paso de los siglos siguen siendo una referencia del saber, y además mantienen una validez absoluta, sin que parezca caducar nunca el contenido de sus páginas.

Estos libros clásicos el profesor Harold Bloom, los llama los libros excepcionalmente iluminados, algunos de ellos no son un solo libro, sino un conjunto de obras de un mismo autor; según Bloom esta valoración responde a tres condiciones específicas que debe reunirse en un libro: Esplendor estético, fuerza intelectual y sabiduría. Los autores de estas obras seleccionadas por Bloom–enumerar cada obra una a una, sería un oficio largo y tedioso-  son: “Montaigne,  Bacon,  el Dr. Johnson,  Goethe,  Emerson,  Nietzsche,  Freud y Proust. Además los libros hebreos: Job y el Eclesiastés; los griegos: Platón y Homero; y los de sabiduría cristiana de Santo Tomás y San Agustín.


Bloom observa un detalle que no sólo existe el libro ideal, que como hemos visto son muchos, sino que también existe un lector ideal, para él ese lector único sólo puede ser dios, idea que toma de San Agustín, el inventor de la Ciudad de Dios. 

Michael Onfray: Vivir desde el saber libertario


Hay varios filósofos que no sólo están de moda, sino que han puesto en la palestra pública a la filosofía y son intensamente mediáticos, casi un fenómeno de masas, quizás este sea el caso del francés Michael Onfray, cuya obra se esparce vertiginosamente por las redes, por las librerías enlazadas en el mercado globalizador, y los videos de sus conferencias son vistos miles de veces al día por Youtube. 

Su filosofía libertaria, que en momentos suena a anti-filosofía, exquisita en lo que elabora su inquietud un tanto nihilista, por así decirlo, le ha valido esa creciente popularidad. Pero Onfray también es seguido por los lectores de la obra de Michael Foulcault, una de sus mayores influencias. En Onfray descubrimos no a un  repetidor de las tesis y planteamientos de Foulcault, sino a un promotor preocupado por llevar el derivado de su relación con el pensamiento del filósofo y teórico social francés a niveles cada vez más amplios de difusión.

Es fácil asimilar su estilo iconoclasta, y seguir sus propuestas irreverentes mientras describe la ruta de cómo aproximarnos a redescubrir ese reservorio para la existencia que es la filosofía antigua, obviando las fórmulas predecibles de un estatus académico que siempre ha apostado por ejercer una especie de secuestro de lo filosófico confinándolo a un saber teorético exclusivo de los claustros universitarios.

Si hay una idea cercana para definir a Onfray es la de un “nietzscheano iconoclasta”. Con un doctorado en filosofía, y más de una treintena de libros publicados, Onfray es hoy por hoy uno de los ensayistas más leídos en Francia y toda Europa.

Seguidor de Pierre Hadot, estudioso y reivindicador de ese otro pensador francés que fue George Palante, a quien por años lo condenaron al ostracismo, por sus posturas ideológicas incómodas, partidario de Deleuze, de Roger Callois, de Bataille y Gualtier, Michael Onfray se define como un heredero de las ideas político libertarias, sobre todo las de Gustave Blanqui, y se considera a sí mismo como un materialista hedonista.

Dice que la única tarea de la filosofía en la actualidad es elaborar respuestas a las interrogantes del hombre ante la vida: ¿cómo fabricar una subjetividad  post-moderna? ¿Qué ética? ¿Qué valores? ¿Qué moral? ¿Qué intersubjetividad? ¿Cómo superar el cristianismo y volver a situar al cuerpo en el centro de toda intersubjetividad? 
Casi todos sus libros han sido punto de polémica, en uno de ellos “Teoría del cuerpo enamorado”, apuesta por un libertinaje anti-cristiano inspirado en la filosofía de Friedrich Nietzsche, y con ello reivindica la pedagogía libertaria.


Es seguidor del modelo de la Universidad Popular creada en Francia en el siglo XIX , inspirada en clases libres donde en su opinión se conserva lo mejor de concepción de la universidad por la calidad de los contenidos transmitidos, y donde la inclusión está abierta a todo público que desee participar sin títulos que presentar ni otro requisito de ingreso, a dónde la gente acude únicamente por el afán de saber, porque es lo único que obtendrán ya que no se otorga ninguna comprobación de los estudios realizados. 

Onfray niega que el saber deba formar parte de la reproducción del sistema social, sino que sea del ejercicio del saber que nazca el cuestionamiento, la iluminación de todo, en lo que pareciera encontrar raíces con otro francés del siglo XVI que fue Etienne de La Boetie, autor del célebre panfleto contra La servidumbre voluntaria, y en las influencias de Henry Thoureau pensador anarco-iconoclasta, promotor de la desobediencia civil, quien postuló que la libertad y la búsqueda de la verdad individual eran el objeto ideal de la realización personal.

miércoles, 29 de marzo de 2017


LA PUERTA



Abrió la puerta, sólo para volverla a cerrar. Detrás de esa hoja se apagaron sus pasos y el eco murmurado de su voz. Después no quedó nada, sólo una puerta cerrada entre dos abismos sobre los que vuelan los pájaros y se van. D.G



miércoles, 8 de marzo de 2017



INGREDIENTES QUE FALTAN

A decir de Saúl Bellow: Esta sociedad con sus titánicos productos nos condiciona pero puede desnaturalizarnos totalmente. Obliga a esconderse  a determinados elementos del genio  de nuestra especie. En Norteamérica, tales elementos ocultos adquieren formas secretas, curiosamente personales. Unas adquieren formas secretas curiosamente  personales. Unas veces corrompen a la gente, otras las impulsan a actuar con sorprendente generosidad. En conjunto, no se los encuentra en lo que denominamos nuestra Cultura.
No están en la calle, en la tienda, en el cine. Son los ingredientes que faltan.




El mayor peligro ya lo advertía Dostoeivski en, los hermanos Karamazov es el hormiguero universal (la aldea global). D.H. Lawrence consideraba que la gente corriente de nuestras ciudades se asemeja a la gran población de esclavos de los imperios antiguos. Joyce estaba convencido al parecer de que lo que le acontecía al hombre de la calle, su vida exterior, no era lo bastante interesante para narrarlo. En su prefacio a “Solitaria”, del filósofo ruso Rozanov, James Stephens afirmaba que el novelista se esfuerza en mantener vivos artificialmente  sentimientos y estados de ánimos extintos en el mundo moderno, dando a entender que no hacemos sino halagar a los enanos revistiéndolos con las pasiones de los gigantes.

miércoles, 1 de febrero de 2017


Anotación sobre José Saramago



Lo primero que leí de José Saramago –Premio Nobel de Literatura 1998- fue esa alucinante y desmedida novela que uno parece seguir leyendo cuando terminó su última página:“Ensayo sobre la Ceguera” –algo que con el tiempo descubres sigue ocurriendo con cada una de sus novelas.
Hasta leerlo, Saramago era la lejana referencia de un escritor portugués que había ganado el premio Nobel, pero una vez que frecuentamos su literatura se hace imprescindible seguirle los pasos a toda su obra. 

“Ensayo sobre la ceguera”, no sólo es una sorprendente historia, fantástica, impresionante por el entretejido de su escalada ficcional lograda de manera excepcional por el autor. Pero al mismo tiempo es un texto sembrado de paradojas, todas apuntan sobre la condición del sujeto alienado que habita nuestra sociedad, poblada por millones de seres que ven sin estar viendo ver la realidad, realmente, tal cual es, sino que ven la realidad aparente que les proporciona el modelo transferido y predeterminado que se ha establecido en su subjetividad.

Esa es la principal alerta que lanza Saramago: estamos rodeados de seres que creen ver sin ver absolutamente nada. Para el Nobel esto no es producto de un suceso espontáneo o casual, sino predeterminado por la llamada Industria Cultural, proceso de mistificación de las masas.  “Creo que nos quedamos ciegos –apunta-, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven. Quieren consumidores ciegos (el sistema) que ni lean, ni piensen. Ese es el futuro”. Destino propio de esas mentalidades en constante transferencia que pululan en esas masas obsesionadas y compulsivas que buscan en el mercado el mejor molde donde encajar su existencia, y que los convierte en piezas perfectas de la sociedad consumista y todo lo que ella representa con sus fatuos valores y un extenso formulario del deber ser”.

Saramago quien fue un confeso hombre de izquierda dice que la sociedad actual gravita en torno a los centros comerciales, el hombre no sólo se ha olvidado del hombre, se le ha olvidado ser ciudadano, “porque entre ciudadano y consumidor, prefiere ser consumidor. Si olvidamos los grandes valores estamos ciegos. Vivimos en un mundo donde la mayoría de la gente va a terminar siendo excluida, el consumo va a ser sólo para los privilegiados”.

Con Saramago se pasa rápidamente de la comprensión y el placer del texto, al contagio inmediato de su literatura, espacio donde nace ese puente de complicidad entre el lector y el libro como intermediario, y como siempre sucede esto nos condujo a la amistad literaria, esa suerte de complicidad a distancia, que no está precedida por un apretón de manos, sino por la puerta abierta que nos deja en cada una de sus obras, puertas a un mundo donde se nos muestra el denso imaginario que Saramago explora con la palabra. Con su narrativa levanta una larga torre de Babel que se ve atestada por la diversidad y lo múltiple de los personajes fijados a sus recuerdos, lo que en su opinión, son la gran justificación de su oficio como escritor: “creador de esos personajes y al mismo tiempo criatura de ellos”.

Personajes a los que da vida como un pintor deja sus pinceladas en la densa geografía de ese otro lienzo que es la página en blanco, con las que siempre traza su narrativa versátil y culta, esmerada, meticulosa, sencilla, diáfana y precisa, aplicado a su oficio como los orfebres cuando elaboran joyas eternas, y ese fue parte de su quehacer, convertir sus recuerdos en una sucesión de obras, configurando lo que hoy conocemos como el arte narrativo de José Saramago.

La ventaja que nos otorgan las amistades literarias es que no están sujetas a los estados de ánimo y, en muy poca medida a los desacuerdos- y cuando surgen por lo general son estrictamente teóricos-. Son amistades que desde ese horizonte de la palabra dormida que habitan los libros, nos acompañan con su silencio cómplice que es el intercambio que produce el verbo escrito cuando es leído, reiniciando el secreto juego de volver inaugurar mundos, descorrer las cortinas que nos descubren esos otros rostros del universo; tal como asegura el escritor George Steiner: “En el mejor de los casos, el gran escritor añade graffitis sobre los muros de la morada ya existente del lenguaje. A su vez, estos graffitis ensanchan paredes y complican aún más sus ecos”.

Ese año se celebrará el séptimo aniversario de la muerte de José Saramago, poeta, escritor y dramaturgo que nació en el pueblo rural de Azhinaga en Portugal (1922). Jamás fue a la Universidad, como todos los autodidactas del oficio de escribir, primero se hizo lector y luego escritor, pero nunca le dio la espalda a sus raíces enraizadas en la inquietante memoria de sus abuelos.
“El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir” dijo de Jerónimo Melrinho, el padre de su madre, campesino que sólo había aprendido a  leer el paso del tiempo en todas las cosas que lo habitan. 

Saramago recuerda que eran tan pobres que en invierno tenían tan poca leña que se veían obligados a dormir con la cría de sus cochinos para que no se murieran de frío.
A José Saramago le debemos una prodigiosa literatura y una vida  que casi perduró hasta los cien años. Una de las mejores definiciones que llegó a escribir José Saramago sobre sí mismo, y que mejor retrató el ánimo y anhelo que lo acompañaron sus últimos años fue en la que afirmó ser “un señor respetable que oyó demasiado ruido en su vida y le gusta el silencio y la palabra justa”.


viernes, 6 de enero de 2017



EL DIA Y LA NOCHE se repartían por la ciudad como un crucigrama, la ciudad contenía muchas noches y muchas mañanas y atardeceres en un mismo día, pasabas una calle donde despuntaba el amanecer y al otro lado podía estar cerrándose la noche en la madrugada. La gente empezó a perder el sentido original de las 24 horas, simplemente se acostaban cuando tenían sueño. Algunos idealistas les dio por salir a buscar el día y la noche que les pertenecía, pero era una tarea imposible de realizar en medio de esa vorágine de luz y oscuridades que se cernía por todos lados. Lo único que pudieron precisar es que la duración de los días y las noches dependían del estado de ánimo del durmiente que los soñaba. Nadie estaba a cabo de saber cuál era la noche de verdad y cuales eran las aparecidas por las fantasías de un sueño. 
[Aquí como que nadie habla de amor/Douglas González]

miércoles, 4 de enero de 2017



Los Locos

"Cuando la imaginación de los sueños se coló en la realidad y comenzó a alterar las cosas muchos se volvieron locos, porque nadie estaba hecho para soportar una visión tan múltiple, diversa, contradictoria, fantasiosa y exigente, donde lo real había que salirlo a buscar todos los días, como una aguja en un pajar. A eso lo llamaron el mal del sueño aunque era como si estuvieran muertos, porque permanecían deambulando en los laberintos extraviados de la conciencia".
[Aquí como que nadie habla de amor / copyright- Douglas González ]


martes, 3 de enero de 2017

 Le dijo que el amor era un sentimiento contra natura, que condenaba a dos desconocidos a una dependencia mezquina e insalubre, tanto más efímera cuanto más intensa. [García Márquez]





Fragmento de “Hola Lulú soy Romeo”
[Apuntes de un cuento]

D.G
 “Hola Lulú soy Romeo”, es una sucesión de nostalgias en movimiento perpetuo que no convalidan para el recuerdo, y es que las historias tristes no necesitan memoria –eso leí por ahí-, se llevan a diario por todas partes, igual estarán a nuestro lado cuando crucemos una avenida principal, o si caminamos por una calle desierta y anónima, o si bien topamos con algún callejón de apariencia accidentada, seguirán a nuestro lado.

Tampoco importará el comportamiento climático, si hace frío o calor. Por eso le será indiferente si recurre a ti en medio de una mañana del final de ese mes de tiempo impreciso que es agosto, para venir a esconderse en algún lugar lejos de ti mismo. O si es una de esas tardes frías que suelen pintarse en diciembre. Pero lo que sí es seguro es que donde te agarre lo hará para siempre, y se quedará ahí contigo. ¿Dónde ocurre? La ciudad o el pueblo, no importa es lo de menos, más peso tienen los días que la suceden a eso que fue una entrañable y efímera sensación de felicidad hasta derivar en ese lúgubre descenso que es el desasosiego, el llamado paroxismo de la soledad de quien se asoma una y otra vez a los abismos de la desesperación.

Esta historia puede ser la de un hombre y una mujer cualquiera, si de nombre normal, Laura o María, y la de un hombre común y corriente, y también sobre muchas de las personas que vivieron alrededor de los dos, los que les querían pero creían que no, y los que jamás supieron que les tenían afecto pero descubrieron mucho después que sí, como siempre suele suceder cuando inevitablemente, ya es muy tarde.

Un hombre y una mujer que se amaron con la violenta prescindencia que los apartó de sí mismos hasta convertirse en una transparencia de su ser, como si se tratara de un hecho simulado, pero siendo los mismos y a la vez tan diferentes. Cada uno viviendo vidas distantes más allá del amor que los convocó. Por eso para escuchar historias como estas lo que menos necesitas es memoria, porque el dolor no requiere de ese argumento para elaborar sus propios recuerdos.

La memoria sobra cuando lo que se necesita para escuchar historias como estas es compasión al descubrir que no todas las luchas despiertan al espíritu guerrero, y como a veces el amor no basta para tener las cosas que se quieren y que nunca se llega a doblegar las obsesiones que siembra el apego. Por eso esta nunca será una historia del momento, tampoco teatral, ni cotidiana, es una historia donde el tiempo es lo de menos, pero si las obsesiones y las sensaciones que quedaron registradas en él. Esta historia no necesita que nadie la escriba, ni siquiera que una Musa la inspire, porque cuando se cuenta en momentos hay extravío donde emerge la voz en la garganta y la palabra se borra en ese espacio impreciso donde nace el silencio.