"El Bar de las Grandes
Esperanzas", es una película con abundantes matices literarios, es palpable que detrás de la historia, la pluma de un escritor
consagrado. Eso
me pareció en un primer momento. A medida que avanzaba su proyección,
en la cinta se iban desplegando algunas pistas que sin duda conducían a un
virulento estilo novelesco, y en ningún momento su autor trató de disimularlo,
todo lo contrario, lo dejó en evidencia, en frases como: "¿Sabes por
qué Dios inventó a los escritores? Porque le encanta una buena historia. Y a él
le importan un carajo las palabras. Las palabras son la cortina que hemos
colgado entre él y nosotros mismos. Trate de no pensar en las palabras. No
busques la frase perfecta. No hay tal cosa. Escribir es conjeturar. Cada
oración es una conjetura educada, tanto para los lectores como para
ti”.
Además, estaba el hecho de que el bar se llama Dickens, lo que sin duda es un saludo para Charles Dickens y su novela ”Grandes Esperanzas", historia que guarda mucho paralelismo con el drama de la novela de Moehringer: El infortunio es la materia prima de la esperanza. En la novela de Dickens el protagonista es un niño llamado Pip, que padece todos los infortunios de un niño criado en la pobreza. En la de Moehringer, su protagonista es un niño llamado JR, que padece el infortunio existencial de querer pertenecer y sentir que no pertenece a nada, ni a nadie. Al final de la película esperé con atención que aparecieran los créditos de la película. Y enm efecto, el Bar de las Grandes Esperanzas, como se tituló la película en español, cuyo original en inglés es "The Tender Bar", era la versión cinematográfica de una novela de Moehringer, con tintes de las memorias autobiográficas de la infancia de su autor.
J.R es el apelativo del protagonista, igual al de J.R Moehringer. En la historia JR es un niño un tanto perturbado que vive en un hogar desfasado de Long Island, y que arrastra severos problemas de personalidad por haberse criado sin un hogar verdadero. Tras abandonarlo a él y su madre, ambos se ven en la necesidad de vivir en casa de los abuelos maternos. Obsesivo y maniático producto de una crianza inestable, con una madre neurasténica que siempre parece estar al límite de la cordura y de su existencia, JR atraviesa el vía crucis de su infancia.
Sus abuelos maternos son un par de viejos decadentes como todo el
ambiente que los rodea, que no han logrado superar el menoscabo de sus
cuerpos que les ha traído la vejez y, una creciente depresión por el sin
sentido que encuentran en una vida que les señala el camino a la muerte-; es
una casa donde hay todo un desfile de situaciones y personajes
paradójicos, entre ellos destaca el Tío Charlie -coprotagonista-, quien funge
como una suerte de reivindicador de la vida turbia de JR. El tío Charlie es el
dueño del Bar Dickens, lugar que se convierte en el en el centro del
peregrinaje existencial de JR, y es el portador de la voz y opiniones sensatas
con la que trata de darle un sentido de verdadera existencia a JR.
En el Dickens JR, trata de responderse todas las preguntas que se ha hecho sobre su padre, de quien sólo sabe que trabajaba en la radio y que era una suerte de locutor y DJ, venido a menos. Su padre es el fantasma que lo habita, una voz que JR trata de atrapar de manera infructuosa explorando las emisoras el dial, sintonizando una radio tras otra.
Pero es en el Dickens donde la vida cobra sentido para JR, tratando de encontrar las respuestas para la vida y sobre el hecho de ser hombre. Preguntas que tratará de responder escuchando y observando la gama de personajes que frecuentan el bar. Sobre todo hombres que le sirvan de referencia de ese mundo exterior y desconocido, eso que nombran allá afuera, o en la calle, que nunca marca con precisión un lugar que se sepa exactamente dónde está, sino que es una especie de metáfora para nombrar la experiencia de vida, la sumatoria de la existencia, JR es un niño que trata de responder su relación con su mundo y descubre que sólo lo puede hacer desde la literatura, y a partir de allí fabrica su mayor sueño, llegar a ser escritor.
Es su tío Charlie
quien lo alienta a seguir, quien trata de convencerlo de que está obligado
a mirar más allá, de las cuatro calles del pueblo, y le repite una y otra
vez que el verdadero éxito está fuera del Bar, lejos de todos ellos
y lo que representa el poblado de Manhasset, que es el lugar donde
viven y donde parece que el tiempo está en una burbuja, apartado de la realidad real. La vida
de JR puede resumirse en la de un ser que vive en el desamparo, el desamparo de
hallar una familia, un hogar legítimo, un sentido de la vida, y eso lo
encontrará en la literatura, sabe que los personajes literarios están hechos de
otra sustancia
De Moehringer se ha ponderado su
estilo de escribir biografías, sin duda es un periodista con una particular
manera de escribir biografías dado su estilo narrativo que trae como estandarte
un Premio Pulitzer. Una de sus técnicas es colocar a los lectores frente a
textos con matices literarios que demuestran un profundo conocimiento de la estructura
de los "tempos" de la prosa y de sus efectos que en conjunto suman un
estilo excepcional ¿Cuál es la receta secreta de Moehringer?
Simple, Moehringer escribe las
biografías como si fueran crónicas periodísticas, con todos los recursos que
implica escribir este género: primero, saca al historiador de la mesa de
trabajo. Segundo, se queda a solas con el periodista. Tercero, invita al
literato; así comienza el juego de la prosa, donde ambos, periodista y
literato, se mecen por los aires como un par de trapecistas haciendo piruetas y
saltos, mostrando lo mejor de su arte, el de volar sin alas, lo que pone
de relieve con un tono novelesco que le permite hacerlo escribir la
historia dentro del género más antiguo del lenguaje escrito, la crónica.
En esencia ese es el esquema que
predomina en las biografías de Moehringer, el resto como dijo J.L. Borges es
literatura. Su estilo narrativo es postmoderno, en pasajes pareciera
cercano al de Paul Auster, como exponente de esa técnica donde el escritor
no deja en evidencia su intención al escribir, sino que la historia parece
tener vida propia, fluye por sí misma. Técnica narrativa derivada de la de
Anton Chejov, fabricar escenas cargadas de simplicidad, soportadas en una
narrativa de la imagen, que discurren cuadro a cuadro a cuadro -tal como lo
aconsejaba Tom Wolfe-, y el revestir a sus personajes de una naturalidad y
sencillez hasta convertirlos en seres imprescindibles e inolvidables.
En la novela clásica los
personajes principales suelen ser representaciones de arquetipos, aunque presentados
como individuos normales, los atributos de sus actuaciones están cifrados en
una excepcional exhibición de virtudes, o bien marcados por el destino del
héroe y la aventura -algo que los coloca más allá de la condición humana
común-; sino se construyen desde el extremo de la maldad y la cobardía. Siempre todo gira en torno a resaltar los
rasgos del ancestral antagonismo entre los representantes arquetípicos del bien
y del mal: el héroe, el villano, el santo, el malvado, el justo, el usurero. La
novelística de Moehringer rompe con esos arquetipos -responde al esquema
de la narrativa postmoderna-, el mismo concepto lo extiende a las biografías,
la realidad real es la norma que prevalece, ante la que el lector se siente que
es una parte extendida de su cotidianidad, como si ocurriera en el vecindario
de al lado.