jueves, 2 de abril de 2015





El Hacedor de las Cosas 
El tiempo y el olvido
Douglas González




Por dónde pasaba compraba todos los relojes existentes, los que no los robaba, dejaba desnudas las torres de las catedrales, las ciudades quedaban en silencio y mudas por la ausencia del repiqueteo de las campanadas que daban la hora.

A los hombres predicaba de que el tiempo era una maldición, y mucho más era llevarle la cuenta. Hablaba de una caída celestial que era un castigo divino, cuando el hombre desterrado del Paraíso, fue arrojado al abismo del tiempo.

Sumó una larga hilera de carretas cargadas de relojes, porque toda su vida y su fortuna la empeñó en hacer olvidar a los hombres el transcurso de las 24 horas.

Cuando pensó que los había reunido todos, se presentó ante el Hacedor de las Cosas para que destruyera el tiempo. 

-El tiempo que miden los relojes es una ilusión –dijo el Hacedor de la Cosas, al ver las montañas de relojes de todo tipo que se alzaban frente a él- y eso has perseguido.  El verdadero tiempo es el que vive cada cual y no puede ser expresado ni contado por los relojes que nadan saben del tiempo existencial, porque carecen de alma. 

El Hacedor de las Cosas alzó su bastón y comenzó a dibujar círculos en el cielo: 
-Siempre –prosiguió- los relojes estarán trazando estos círculos mecánicos cada veinticuatro horas, aunque pretendas ignorar la sucesión de los días y huyas de  la soledad que te conmueve en la herencia desnuda de tus noches, porque el  olvido que buscas no está en la suma del tiempo de los relojes que ha sido tu obsesión. Por eso es que has caminado en círculos toda tu vida sin llegar a ningún lado. 

-¿Entonces dime tu Hacedor de las Cosas cómo logro el olvido?-Preguntó.
-El olvido –respondió el Hacedor- es proporcional a la cantidad de Ego con que has insuflado a tu Alma. Mientras más Ego tengas, estarás anclado al tiempo de lo que crees que has perdido, esa es tu condena.

-¿Condena si lo que hice fue amar con devoción?- inquirió el misterioso viajero de los relojes.
.-Ese amor nunca fue tuyo, nada lo es –indicó el Hacedor de las Cosas-. Pensarlo que lo fue detiene el tiempo de tu Alma. Nunca le retengas nada, Ella es como un río que necesita fluir sin cesar, sólo navegando en él es como llegas al olvido.


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