EL DIA Y LA NOCHE se repartían por la ciudad como un
crucigrama, la ciudad contenía muchas noches y muchas mañanas y atardeceres en
un mismo día, pasabas una calle donde despuntaba el amanecer y al otro lado
podía estar cerrándose la noche en la madrugada. La gente empezó a perder el
sentido original de las 24 horas, simplemente se acostaban cuando tenían sueño.
Algunos idealistas les dio por salir a buscar el día y la noche que les
pertenecía, pero era una tarea imposible de realizar en medio de esa vorágine
de luz y oscuridades que se cernía por todos lados. Lo único que pudieron
precisar es que la duración de los días y las noches dependían del estado de
ánimo del durmiente que los soñaba. Nadie estaba a cabo de saber cuál era la
noche de verdad y cuales eran las aparecidas por las fantasías de un sueño.
[Aquí como que nadie habla de amor/Douglas González]
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