domingo, 2 de abril de 2017


Somos apolíneos o dionisiacos según Nietzsche

Mucho antes que Freud utilizara personajes de la literatura griega como paradigmas para postular la definición de algunos complejos  de los que posteriormente se ocuparía el psicoanálisis –caso del complejo de Edipo-, el filósofo Friedrich Nietzsche ejerciendo una suerte de psicología preliminar, se permitió establecer una dualidad entre dos dioses de la mitología: Dionisios y Apolo, para definir lo que él denominó los principales fundamentos del carácter humano, con los que divide a los hombres entre dionisiacos y apolíneos.


En  "El nacimiento de la tragedia”,  Nietzsche indica que los apolíneos son aquellos  promotores  o seguidores de una estética de la existencia, buscadores  de la armonía, lo bello, el equilibrio y la razón, mientras que los dionisiacos son cultores del vino, sensuales, proclives al desenfreno, la lujuria,  las pasiones y lo efímero que transitan en las emociones. De esta manera el autor del ”Anticristo” y “Así Hablaba Zaratrusta”, toma estos dos temperamentos diametralmente opuestos y los hace parte de su  definición de las personalidades, inherentes a la vida,  e imprescindibles en toda creación dramática.

Según Nietzsche algunos somos psíquicamente hijos de la ebriedad de Dionisios  los valores de la vida, o de la quietud del sueño reparador de Apolo, residencia de las valoraciones y accionar de la razón. Ambos indudablemente afectan su referencia sobre la realidad, uno por la visión fantasiosa producto de todo sueño, incluso el mítico reparador de Apolo; otro por su obligada mirada hacia el estado de ebriedad (especie de éxtasis de irrealidad) de Dionisios.  La lucha entre ambos representa el juego trágico en que consiste el mundo: entre la vida y la muerte.



Freud logró implantar su complejo de Edipo (personaje de una tragedia de Sófocles) para referirse a ese vínculo psíquico que pueden sufrir algunos hombres en su adolescencia al mantener un vínculo de sobredependencia afectiva con su madre, y que entrañaría una especie de enamoramiento ideal  en este sentido. Pese a la lucidez de su planteamiento y la amplia posibilidad que pudo tener su postulado al describir realidades psiquicas, el concepto de lo apolíneo y lo dionisiaco de Nietzsche quedó  como un axioma filosófico y una visión literaria de la vida, con toda la plenitud y la tragedia que esto conlleva.

Según ésta concepción nietzscheana nos mantenemos en el templo de lo real y lo carnal, en el flujo de la vida y su arrebato sujetados a Dionisios, mientras lo sublime del pensamiento, lo ideal, las cosas del alma y sus sentimientos son nuestros vínculos con Apolo. Todo ser humano está sujeto a esta ambivalencia, a esta dualidad, sólo que siempre -como toda relación bipolar- cuando se rompe el equilibrio predomina un extremo más que al otro, y ocurre ese insalvable diálogo a distancia entre la idea y el cuerpo.
#Nietzsche #apolíneo #dionisiaco #filosofía
 (D.G).

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