jueves, 25 de junio de 2015


Para el filósofo Slavoj Zizek el mundo será otra cosa
Por: Douglas González

Al parecer los países de América Latina que se han embarcado en la aventura de la nueva izquierda nacionalista, caso Venezuela, Ecuador, Bolivia, etcétera, no podrán tener peor derrotero que el que describe el final de una tragedia absurda, países –cada uno en su medida- que se hunden con el peso de su propio drama, conducido por una cúpula política imposibilitada de seguir el nuevo curso la historia, pero sobretodo incapaces de haber tomado impulso desde bases reales, y como lo hicieron con las figuraciones que suelen alimentar las utopías y plantearse de cara al futuro el diseño de un país que jamás existirá,  y que además no nos garantiza un lugar en el palco de lo que será el nuevo orden mundial de las naciones, según analiza uno de los filósofos más controversiales del momento Slavoj Zizek.
Estos países con denotada vocación errática en la política que parecen hacer política viendo el retrovisor de las luchas izquierdistas de la década de los años 60,  son rico-pobres,  con una gran circulación de miseria. Anclado en el continente de los países condenados al olvido económico, por una parte una nación petrolera, y por otra una republiqueta bananera, ambas, bajo la lupa  del filósofo eslovaco Slavoj Zizek, muestran una realidad en la que parece no  esperarle otra certeza en el próximo cruce de caminos de la historia sino la involución y la decadencia que casi nos coloca en la misma vertiente de los países africanos –en Venezuela ya se ven indicios de esa manifestación-, países o modelos de vida de los que casi todo el mundo quiere escapar, orillas desde todo el mundo ve una sola esperanza común: Europa.

 Si bien para Zizek parecen que todas las respuestas por las que aguarda el mundo están en el viejo continente, donde existe la expectativa de que se geste un nuevo renacimiento: Otro modelo económico, otro modelo político y una nueva era refundacional de las naciones. Es lo que ve el filósofo lacaniano y neo-marxista Slavoj Zizek quien se aproxima a la virtualidad de este escenario con tono de eficiente predictibilidad, un poco tanatófilo quizás parte del lastre marxista que carga encima. (Tanatófilo, a decir de Erich Fromm,  son los tipos que les gusta hablar sólo para predecir aspectos o desenlaces negativos, lo que en criollo daríamos a llamar: los escoñeta sueños, seres marcados por la pulsión de la muerte).

 Actualmente Slavoj Zizek está convertido en una vedette de la filosofía-, si bien acierta en muchas cosas, yerra en otras tantas. Ya no hay herejías posibles, el mundo las ha consumado todas. La muerte de la izquierda, y las etapas agonizantes del sistema capitalismo, nos colocan frente a una sociedad que necesita reinventarse, primeramente, abriendo paso a la reconciliación de sus antagonismos históricos. A diferencia del filósofo francés Jean Braudrillard quien afirmó el fin absoluto de la izquierda, Zizek apela que la izquierda no llegó a su fin ideológico, sino como modelo político.

Es imposible reflexionar en los argumentos de Zizek a quien la publicación Foreign Policy incluyera entre los 100 pensadores globales más importantes, y no verlos en la perspectiva Venezuela, hoy embarcada en esa inútil empresa alucinante de la búsqueda del Dorado de la suprema felicidad, que en los últimos 14 años nos ha vendido como la revolución. Bástese sólo saber que al país se le ha querido conducir por esa tierra muerta que es el Comunismo, tal como afirma Zizek, tiempo muerto y con una resultante catastrófica a nivel económico. Un país que como en Nabimia, El Congo, Nigeria o Somalia, ha sufrido una revolución  que sólo ha alcanzado a las palabras, pura retórica, más con una gran orfandad en su estructuración, cuyo modelo económico radica en importar casi todos los productos que consume, hasta los más esencial para la vida diaria (97% en los actuales momentos), mucho de los cuales se han convertido en verdaderos artículos de lujo, ya no podemos elegir ni qué comer, estamos obligados a conformarnos con cualquier cosa de la marca que se consiga.




Del capitalismo supuestamente, cosa que dudo, han pretendido bajarnos desde hace 14 años, casi todo por mediante decretos o declaraciones, donde hemos consumido verdaderas riquezas en repartírle dádivas a los pobres haciéndoles creer que eso es el socialismo, desconociendo que la pobreza no se soluciona con limosnas sino generando fuentes de riquezas, y que para bajarse del capitalismo no basta con declararse socialista y adentrarse erráticamente en una travesía en esa zona muerta del comunismo, ya descrita por Zizek, y además hacerlo mal, engendrando un monstruo sin pies ni cabeza. Desconociendo algo que si saben muy bien sus socios chinos, el futuro de la humanidad está en la tecnología, en el desarrollo de las ciencias avanzadas, no en las consignas políticas ni regodeándose venticuatro horas sobre la guerra de la independencia que ocurrió hace 200 años, propiciando todo un desfase histórico-temporal acuciante y alucinante. Nos imaginamos a los gobernantes chinos o japoneses hablar de su historia con la misma perspectiva anacrónica que  lo han hecho nuestros gobernantes en los últimos años, y no se ocuparan de pensar la productividad, de seguro también estarían quebrados.



Las mercancías que se mueven en el libre mercado, representan la jerarquía económica de un país, es su expresión como cultura, la ausencia de una oferta abundante y diversa, rápidamente nos define como lo que Zizek llama naciones “sub-atrasadas”. ¿Qué calificación a decir de Venezuela en cuyos mercados no se consigue casi nada? Relegada al olvido del confort, exiliada de la buena calidad de vida, Venezuela ahora forma parte de los países marginales, como lo ha sido Cuba en las últimas décadas.

 Zizek, no disimula su postura frente a la historia actual: hay que huir de las tentaciones autoritarias y reinventarnos desde el legado humanista.

Para mí los acontecimientos realmente emancipadores –señala Zizek- han sido tres: la primera democracia griega, aún con todas sus limitaciones, la cristiandad, con la importante idea del Espíritu Santo que significa que hay una comunidad igualitaria de creyentes, y la Revolución Francesa. Estos son los fundamentos de Europa. Y conste que no soy uno de esos estúpidos izquierdistas que creen que hay que abrir las fronteras para que entren millones de africanos.
¿Qué es lo que está haciendo la izquierda? Nada. Carece de alternativa.

Ya no tenemos que enfrentarnos a esa dicotomía izquierda y derecha. El modelo del siglo XX ya no sirve. Ya no se trata de reinventar la socialdemocracia y su Estado de Bienestar, eso ya no funciona. No sabemos qué es lo que nos salvará pero que hay que trabajar en diferentes sentidos para buscarlo, y no hablo de utopías. Porque el liberalismo como tal está perdiendo Europa, y solo hay dos alternativas, una Europa autoritaria o inventar algo nuevo.
Un mundo multipolar en el que la República Popular China tendrá cada vez más voz. “Admiro muchas cosas de los chinos, pero practican el colonialismo económico de forma muchísimo más brutal que el capitalismo occidental”.

Para Zizek la izquierda se ha convertido en la fuerza más conservadora, y por ende dogmatica, retrógada y cercenadora.
La propiedad intelectual está desapareciendo, es casi un bien comunista, la gente descarga lo que quiere en internet, sin tenerla en cuenta. Y es imposible detenerlo, y antes o después será un tremendo problema. Finalmente, Zizek narra una anécdota, cuando coincidió con Francis Fukuyama quien en el inicio de este nuevo milenio sentenció el fin de la historia. Fukuyama me dijo que la ecología y la biotecnología han dejado obsoleto su libro El fin de la Historia y el último hombre. Porque en esto el capitalismo liberal universal ya no funciona. Con la biotecnología ya no se trata de tener a mano diferentes objetos que nos permiten hacer cosas, sino que ya se insertan en el propio organismo. Estamos llegando a una nueva era. Todo estará integrado. Las gafas de Google, y artilugios que pueden implantarte para controlar tu presión sanguínea u otras cosas, y hasta existe la posibilidad de que el cerebro se conecte a un ordenador al que las personas inválidas puedan dar instrucciones mediante el poder del cerebro. Y los chinos lo siguen muy de cerca, en su caso con la intención de regular física y psicológicamente el bienestar de la población. Olvidemos las bombas, ahora bastaría actuar sobre el cerebro mediante una máquina.

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