INGREDIENTES QUE FALTAN
A decir de Saúl Bellow: Esta sociedad con sus titánicos
productos nos condiciona pero puede desnaturalizarnos totalmente. Obliga a
esconderse a determinados elementos del
genio de nuestra especie. En Norteamérica,
tales elementos ocultos adquieren formas secretas, curiosamente personales.
Unas adquieren formas secretas curiosamente
personales. Unas veces corrompen a la gente, otras las impulsan a actuar
con sorprendente generosidad. En conjunto, no se los encuentra en lo que
denominamos nuestra Cultura.
No están en la calle, en la
tienda, en el cine. Son los ingredientes que faltan.
El mayor peligro ya lo advertía
Dostoeivski en, los hermanos Karamazov es el hormiguero universal (la aldea global).
D.H. Lawrence consideraba que la gente corriente de nuestras ciudades se asemeja
a la gran población de esclavos de los imperios antiguos. Joyce estaba
convencido al parecer de que lo que le acontecía al hombre de la calle, su vida
exterior, no era lo bastante interesante para narrarlo. En su prefacio a “Solitaria”,
del filósofo ruso Rozanov, James Stephens afirmaba que el novelista se esfuerza
en mantener vivos artificialmente sentimientos y estados de ánimos extintos en
el mundo moderno, dando a entender que no hacemos sino halagar a los enanos
revistiéndolos con las pasiones de los gigantes.
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