miércoles, 8 de marzo de 2017



INGREDIENTES QUE FALTAN

A decir de Saúl Bellow: Esta sociedad con sus titánicos productos nos condiciona pero puede desnaturalizarnos totalmente. Obliga a esconderse  a determinados elementos del genio  de nuestra especie. En Norteamérica, tales elementos ocultos adquieren formas secretas, curiosamente personales. Unas adquieren formas secretas curiosamente  personales. Unas veces corrompen a la gente, otras las impulsan a actuar con sorprendente generosidad. En conjunto, no se los encuentra en lo que denominamos nuestra Cultura.
No están en la calle, en la tienda, en el cine. Son los ingredientes que faltan.




El mayor peligro ya lo advertía Dostoeivski en, los hermanos Karamazov es el hormiguero universal (la aldea global). D.H. Lawrence consideraba que la gente corriente de nuestras ciudades se asemeja a la gran población de esclavos de los imperios antiguos. Joyce estaba convencido al parecer de que lo que le acontecía al hombre de la calle, su vida exterior, no era lo bastante interesante para narrarlo. En su prefacio a “Solitaria”, del filósofo ruso Rozanov, James Stephens afirmaba que el novelista se esfuerza en mantener vivos artificialmente  sentimientos y estados de ánimos extintos en el mundo moderno, dando a entender que no hacemos sino halagar a los enanos revistiéndolos con las pasiones de los gigantes.

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