Veinte años menos
Una gélida y
lluviosa mañana otoñal del mes de octubre, cubría como un capote a la ciudad de Ámsterdam, Holanda, en medio de un frío que calaba hasta los huesos, pero una noticia rápidamente
hizo entrar a todos en calor encendiendo las redes sociales. Emile Ratelband de
69 años, solicitaba un recurso judicial para rebajar 20 años de su identidad y convertirse
legítimamente un hombre de 49 años de edad, tal como dice sentirse.
La solicitud de
Ratelband que ha sido recibida por una Corte para examinar su apelación, ha
acaparado la atención de la opinión pública holandesa, dividida entre unos
pocos que están a su favor y una gran mayoría que está en contra, en medio de
un acalorado debate que de las redes ha saltado a periódicos y revistas, y que
ha monopolizado el raiting de los principales canales de televisión.
Contrario a lo
que dice la letra del bolero de que veinte años no son nada, parece que para la existencia de Emile Ratelband son muchos, y
con una sentencia judicial busca borrar esos años de su vida. Una corporación
de productos de belleza ha ofrecido desplegar afiches con el rostro de
Ratelband con la pregunta usted cree que merece tener 49 o 69 años, para hacer
una especie de referéndum en el que pueden participar todos los ciudadanos enviando
un mensaje de texto a un servicio de telefonía celular dispuesto para la consulta.
Uno de los periódicos de mayor circulación en
Holanda, publicó una entrevista con un alto funcionario de la Corte, citado bajo
anonimato, quien desestimó que se vaya a admitir tal solicitud por considerarla
un capricho pasajero. “Hoy quiere ser de
49 y vivir aspectos ya superados de su vida, cuando a la vuelta de unos años
este cansado y quiera disfrutar de los beneficios propios de su edad, ¿volverá a pedir se le devuelvan sus
20 años descontados? Nuestro sistema judicial no puede gastar tiempo y recursos en frivolidades”, dijo.
Las motivaciones
de Ratelband, según lo ha declarado, es la soledad sexual, porque aspira superar la limitación que le impone la
app para citas románticas y de búsqueda de parejas conocida como Tinder, ya que la edad registrada en su
perfil, lo condena a interactuar, únicamente, con
abuelas, mujeres, que para carecen de atractivo sexual para él, algo que sería distinto si se cambiara su edad a 49
años. Por lo que se ve Ratelbald considera que de alguna manera su buen aspecto
físico ha logrado transcender la barrera condicionante de la edad, aval suficiente
para que la justicia levante la sanción cronológica que biológicamente lo sentencia
a tener 69 años.
Más allá de lo
banal que pueda parecer ésta solicitud, existe un drama en medio de la tragedia
que significa envejecer, en un mundo con un extremado culto a la juventud. La
vejez en el espejo público se vive como una vergüenza, lo opuesto a la “ilusión
juvenil como binomio del poder adquisitivo”, idea que nació con la generación
de los Baby Boom, tras los años de la post guerra cuando América fue invadida de
jóvenes – con un repunte demográfico-, una nueva
generación con una capacidad adquisitiva nunca antes vista, con ellos nació el
mercado infinito.
La vejez no es
parte de la estética de los mass media, es una suerte de maldición irrevocable,
una infracción ante lo bello, ahora la lepra es la arruga a la que hay que
expulsar de las vitrinas hedonistas del reino de la imagen. Envejecer es el
gran tabú de la sociedad moderna, y Ratelband a sus 69 años lo sabe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.