martes, 8 de enero de 2019



Los temblores y los extraterrestres




La existencia de una raza de extraterrestres que nos visita y nos toma como sus conejillos de indias para implantarnos inteligencia y evaluar nuestra evolución civilizatoria, es algo que suena muy bien y hasta fascinante cuando se tiene la edad de 15 o 16 años, y solía ser uno de los temas recurrentes de conversaciones nocturnas con nuestros amigos viendo las estrellas desde la azotea de un edificio, diálogos de narraciones fantásticas que siempre conllevaban mencionar el mítico continente perdido de la Atlántida y los secretos de la Gran Pirámide, entre otras elucubraciones.


Si bien con los años de la madurez esos temas siguen pareciéndonos una narrativa fascinante, ya pasan al catálogo de las fantasías, y los valoramos por el ingenio y la creatividad literaria que poseen que parecieran más salidos de un cuento de Ray Bradbury o de Isaac Asimov, que un hecho que nos describa la realidad.

Nadie niega que existan otros mundos detrás de los abismos negros que forman el Universo, poblados por seres originarios de civilizaciones desconocidas, lo que sí es traído por los pelos es pensar que vengan disfrazados de dioses en sus platillos voladores a hacernos una visita de inspección, como si la tierra fuera un laboratorio experimental de desarrollo de la biología humana, a lo que hay que agregarle toda esa larga cadena de ficción que  alimenta a las teorías conspirativas derivadas de esas historias de imaginarias invasiones celestiales.

La cadena de temblores que viene sacudiendo al país desde la última semana de diciembre, no ha escapado del esnobismo que tanto caracteriza la mentalidad del venezolano, una alta cuota de esnobismo derivada de nuestro exceso de empatía, y en vez de pensar sobre estos fenómenos con lógica analítica, que el suelo venezolano está asentado sobre una plataforma geológica donde convergen varias fallas sísmicas, cuya actividad está generando estos estremecimientos, se opta por la especulación, la que más agrade a la  imaginación como que los temblores son ocasionados por rayos con que los extraterrestres bombardean nuestro territorio, idea que pudiera plasmarse muy bien en Hollywood, pero que nada tiene que ver con la realidad, porque es tan inverosímil como esa otra de que Estados Unidos esté usando un arma secreta, Harpp, para provocar éstos sismos con el fin de desestabilizar al país.

Lo único bombardeado ha sido nuestra cotidianidad en un país donde la mayoría de la gente se ha visto en la temerosa necesidad de dormir vestidos, y como también suele temblar temprano en la mañana se van con la misma ropa al trabajo, no sea que un imprevisto sismo los agarre en el baño.

Las parejas han dejado de dormir juntas, porque el movimiento sobre la cama de uno despierta al otro en plena madrugada, creyendo que está temblando, los menos afortunados no vuelven a conciliar el sueño y terminan surfeando las horas de su desvelo tomando café, comiendo brownies, viendo TV, haciendo de enero el mes en que todos juran quitarse los kilitos de más, una prolongación de la gula decembrina. Otros, metódicamente más aburridos y estoicos, han optado por poner sus alarmas, con la de algunos vecinos a las 4:00 am y salir a esa hora a la calle en espera de ver a su edificio en pleno movimiento, lo que piensan es inevitable, y es que el pensamiento catastrófico se ha hospedado en la mente de muchos, convirtiendo a los temblores en el más lacerante verdugo de nuestro sueño nocturno.

Publicado en Crónica Urgente / Diario La Calle -Valencia

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