Los temblores y
los extraterrestres
La existencia de
una raza de extraterrestres que nos visita y nos toma como sus conejillos de
indias para implantarnos inteligencia y evaluar nuestra evolución civilizatoria,
es algo que suena muy bien y hasta fascinante cuando se tiene la edad de 15 o
16 años, y solía ser uno de los temas recurrentes de conversaciones nocturnas
con nuestros amigos viendo las estrellas desde la azotea de un edificio, diálogos
de narraciones fantásticas que siempre conllevaban mencionar el mítico continente
perdido de la Atlántida y los secretos de la Gran Pirámide, entre otras
elucubraciones.
Si bien con los
años de la madurez esos temas siguen pareciéndonos una narrativa fascinante, ya
pasan al catálogo de las fantasías, y los valoramos por el ingenio y la creatividad
literaria que poseen que parecieran más salidos de un cuento de Ray Bradbury o
de Isaac Asimov, que un hecho que nos describa la realidad.
Nadie niega que
existan otros mundos detrás de los abismos negros que forman el Universo,
poblados por seres originarios de civilizaciones desconocidas, lo que sí es
traído por los pelos es pensar que vengan disfrazados de dioses en sus
platillos voladores a hacernos una visita de inspección, como si la tierra fuera
un laboratorio experimental de desarrollo de la biología humana, a lo que hay
que agregarle toda esa larga cadena de ficción que alimenta a las teorías conspirativas derivadas
de esas historias de imaginarias invasiones celestiales.
La cadena de
temblores que viene sacudiendo al país desde la última semana de diciembre, no
ha escapado del esnobismo que tanto caracteriza la mentalidad del venezolano,
una alta cuota de esnobismo derivada de nuestro exceso de empatía, y en vez de
pensar sobre estos fenómenos con lógica analítica, que el suelo venezolano está
asentado sobre una plataforma geológica donde convergen varias fallas sísmicas,
cuya actividad está generando estos estremecimientos, se opta por la especulación,
la que más agrade a la imaginación como
que los temblores son ocasionados por rayos con que los extraterrestres bombardean
nuestro territorio, idea que pudiera plasmarse muy bien en Hollywood, pero que
nada tiene que ver con la realidad, porque es tan inverosímil como esa otra de
que Estados Unidos esté usando un arma secreta, Harpp, para provocar éstos
sismos con el fin de desestabilizar al país.
Lo único
bombardeado ha sido nuestra cotidianidad en un país donde la mayoría de la
gente se ha visto en la temerosa necesidad de dormir vestidos, y como también
suele temblar temprano en la mañana se van con la misma ropa al trabajo, no sea
que un imprevisto sismo los agarre en el baño.
Las parejas han
dejado de dormir juntas, porque el movimiento sobre la cama de uno despierta al
otro en plena madrugada, creyendo que está temblando, los menos afortunados no
vuelven a conciliar el sueño y terminan surfeando las horas de su desvelo tomando café, comiendo brownies, viendo TV, haciendo de enero el mes en
que todos juran quitarse los kilitos de más, una prolongación de la gula
decembrina. Otros, metódicamente más aburridos y estoicos, han optado por poner
sus alarmas, con la de algunos vecinos a las 4:00 am y salir a esa hora a la
calle en espera de ver a su edificio en pleno movimiento, lo que piensan es
inevitable, y es que el pensamiento catastrófico se ha hospedado en la mente de
muchos, convirtiendo a los temblores en el más lacerante verdugo de nuestro
sueño nocturno.
Publicado en Crónica Urgente / Diario La Calle -Valencia
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