martes, 1 de septiembre de 2015




Cuentos de oídas
El habitar es la manera como los mortales son sobre la tierra, a decir de Heidegger: “El hombre es en la medida en que habita”. Pero de este lado del mundo, no todo habita esa plenitud del espacio heideggeriano, sino que se mueven por sus bordes, entre los intercisos, como  hologramas que pueblan un espacio ambiguo de liberación y resistencia, otros, son como sombras que pasan.
Hay guerras que parece que nunca existieron, revoluciones que nunca llegaron, centenarios a los que sólo les queda las parcas agujas del reloj, porque a veces los grandes sucesos no parecen pasar por aquí sino como cuentos de oídas; algo que dice alguien que está pasando, sin tener otro testimonio que la necesidad de tomar un aventón que cambie el trazo de su destino. Creer un poco, repetir mucho más, sólo eso necesitan, parados como están en medio de una carretera larga y polvorienta como la de los pueblos olvidados, tragados por la derrota. Pero nadie lo sabe, ninguno lo descubre, ellos son la gente que sigue habitando y caminando por las calles de los cuentos de oídas.
La región más transparente, es el título de la primera novela de Carlos Fuentes, es una narrativa sobre los tiempos de la revolución mexicana, una revolución que muchos ni siquiera alcanzaron a ver pasar por el frente de sus casas y sólo le quedaron los cuentos de oídas, de los destinos cruzados, la plenitud de sus incongruencias, una realidad urgente y trastocada, pérdida en el limbo de sus propias abyecciones, contradictoria y venida a menos como un cuerpo que tiene como única regla la resta. Insostenible y fantasmal, como toda realidad hecha sólo de palabras.
En La región más transparente, la revolución llega a la ciudad, pero llega no para dejar de ser un cuento de oídas, sino su representación,  porque ella no es verdad, llega para revelar la derrota de cada uno de sus personajes. Inaugura no un ámbito sino una brecha donde todo lo que desforesta la revolución se entremezcla, es su paradigma de igualdad, no conoce otro, un caos lineal y espasmódico en medio del cual buscan ser investidos los nuevos colonizadores del poder, aquí nadie triunfa todos en cierta medida son arrastrados por las formas predecibles del fracaso. “La revolución llegó para quedarse”, se repite mucho en un cuento de oídas, si pero llegó como llega la noche, el viento, el aguacero, la crecida del río, la peste y el hambre. Nada quedará en pie, dice el nuevo conquistador parado sobre la arena movediza donde ha plantado la significativa base del nuevo orden con sus nuevas jerarquías.
-Se acuerda compadre, cuando todos salimos de las mismas rancherías, de los mismos pueblos, todos igualitos a la Revolución. Pues ya ve usted, cuántos son ahora gente fina, y nosotros igual que cuando comenzamos (…).
El nuevo orden revolucionario tiene dos bandos: los que se aferran al pasado y los oportunistas y mercenarios sociales que se aferran a una promesa, tratando de sacarle provecho a todo cualquiera sea su precio, ignorando víctimas y sacrificios. Poco a poco la realidad va desdibujando a la revolución en su lista de haberes no habrá redimidos, sino tanto ahogados como los que hubo en el hundimiento del Titanic, porque si en algo se parecen las revoluciones es a los cuentos bien echados, que se repiten una y otra vez y pasan a convertirse en cuentos de oídas, si bien el Titanic no lo fue, pero su hundimiento sí.
En la región más transparente, Carlos Fuentes nos demuestra la susceptibilidad a lo heterogéneo y el caos a la que están expuestas las revoluciones en este lado del mundo, donde la realidad hace sus propias mudanzas desintegradoras, bajo el secreto orbe del tiempo, como una medida de resistencia a la crueldad del poder.
""-Maita cierre la ventana, no ve que se nos va a pegar de los huesos el sereno pasmoso de la madrugada.
-Estaba asomada, ayer dijeron que llegó la revolución, pero veo y veo, pero no veo nada. Contestó la mujer.
-Lo que hay es un viento malo que sacude todos los trastos viejos guindados allá afuera, pero será porque estamos en menguante. Dijo.
-A veces es así, eso es lo que nos llega. Al otro lado de la montaña ayer y que pasaron unos alpargatuos, montados en burros, con escopetas y fusiles diciendo que ellos eran la revolución, pero ya se fueron. Señaló
-A lo mejor ni pasaron, esos son puros cuentos de oídas. Dijo."" (Fgramento del cuento un día después D.G)

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