Cuentos
de oídas
El
habitar es la manera como los mortales son sobre la tierra, a decir de Heidegger:
“El hombre es en la medida en que habita”. Pero de este lado del mundo, no todo
habita esa plenitud del espacio heideggeriano, sino que se mueven por sus
bordes, entre los intercisos, como hologramas
que pueblan un espacio ambiguo de liberación y resistencia, otros, son como
sombras que pasan.
Hay
guerras que parece que nunca existieron, revoluciones que nunca llegaron, centenarios
a los que sólo les queda las parcas agujas del reloj, porque a veces los
grandes sucesos no parecen pasar por aquí sino como cuentos de oídas; algo que
dice alguien que está pasando, sin tener otro testimonio que la necesidad de
tomar un aventón que cambie el trazo de su destino. Creer un poco, repetir
mucho más, sólo eso necesitan, parados como están en medio de una carretera
larga y polvorienta como la de los pueblos olvidados, tragados por la derrota. Pero
nadie lo sabe, ninguno lo descubre, ellos son la gente que sigue habitando y caminando
por las calles de los cuentos de oídas.
La
región más transparente, es el título de la primera novela de Carlos Fuentes,
es una narrativa sobre los tiempos de la revolución mexicana, una revolución
que muchos ni siquiera alcanzaron a ver pasar por el frente de sus casas y sólo
le quedaron los cuentos de oídas, de los destinos cruzados, la plenitud de sus
incongruencias, una realidad urgente y trastocada, pérdida en el limbo de sus
propias abyecciones, contradictoria y venida a menos como un cuerpo que tiene como
única regla la resta. Insostenible y fantasmal, como toda realidad hecha sólo de
palabras.
En La
región más transparente, la revolución llega a la ciudad, pero llega no para dejar
de ser un cuento de oídas, sino su representación, porque ella no es verdad, llega para revelar
la derrota de cada uno de sus personajes. Inaugura no un ámbito sino una brecha
donde todo lo que desforesta la revolución se entremezcla, es su paradigma de
igualdad, no conoce otro, un caos lineal y espasmódico en medio del cual buscan
ser investidos los nuevos colonizadores del poder, aquí nadie triunfa todos en
cierta medida son arrastrados por las formas predecibles del fracaso. “La
revolución llegó para quedarse”, se repite mucho en un cuento de oídas, si pero
llegó como llega la noche, el viento, el aguacero, la crecida del río, la peste
y el hambre. Nada quedará en pie, dice el nuevo conquistador parado sobre la
arena movediza donde ha plantado la significativa base del nuevo orden con sus
nuevas jerarquías.
-Se
acuerda compadre, cuando todos salimos de las mismas rancherías, de los mismos
pueblos, todos igualitos a la Revolución. Pues ya ve usted, cuántos son ahora
gente fina, y nosotros igual que cuando comenzamos (…).
El
nuevo orden revolucionario tiene dos bandos: los que se aferran al pasado y los
oportunistas y mercenarios sociales que se aferran a una promesa, tratando de
sacarle provecho a todo cualquiera sea su precio, ignorando víctimas y
sacrificios. Poco a poco la realidad va desdibujando a la revolución en su
lista de haberes no habrá redimidos, sino tanto ahogados como los que hubo en
el hundimiento del Titanic, porque si en algo se parecen las revoluciones es a
los cuentos bien echados, que se repiten una y otra vez y pasan a convertirse
en cuentos de oídas, si bien el Titanic no lo fue, pero su hundimiento sí.
En
la región más transparente, Carlos Fuentes nos demuestra la susceptibilidad a
lo heterogéneo y el caos a la que están expuestas las revoluciones en este lado
del mundo, donde la realidad hace sus propias mudanzas desintegradoras, bajo el
secreto orbe del tiempo, como una medida de resistencia a la crueldad del
poder.
""-Maita
cierre la ventana, no ve que se nos va a pegar de los huesos el sereno pasmoso de
la madrugada.
-Estaba
asomada, ayer dijeron que llegó la revolución, pero veo y veo, pero no veo
nada. Contestó la mujer.
-Lo
que hay es un viento malo que sacude todos los trastos viejos guindados allá
afuera, pero será porque estamos en menguante. Dijo.
-A
veces es así, eso es lo que nos llega. Al otro lado de la montaña ayer y que
pasaron unos alpargatuos, montados en burros, con escopetas y fusiles diciendo
que ellos eran la revolución, pero ya se fueron. Señaló
-A
lo mejor ni pasaron, esos son puros cuentos de oídas. Dijo."" (Fgramento del cuento un día después D.G)
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