La
crisis de las tecnologías de la salvación o el cascarón vacío de la
Disneylandia espiritual
A decir
del filósofo español Fernando Savater existe una crisis sin precedentes en las
llamadas "tecnologías de la salvación" e indica que la emergencia del
integrismo islámico, teocrático y terrorista, es sólo la punta del Iceberg, de
la gran masa que flota debajo de él. Después de la irrupción de la denominada
Nueva Era (New Age) –que finalizó en el cascaron vacío, una especie de
Disneylandia espiritual-, donde cada quien podía crear y creerse su propio
sacerdocio con la puesta en escena de alguna recreada religión, combinando las
recetas y los diversos platos espirituales a su alcance, para elaborar una especie
de propuesta eclética: “Amasado con tantras, el vaivén del péndulo, runas,
signos astrológicos, tarot, naturismo sobrenatural, templarios, alquimistas de
guardarropa y vírgenes locas preñadas que entran en extraños éxtasis porque
creen haber sido fecundadas por un Jesús en horas bajas.
En
este sentido, es imposible levantar acta completa de estos fuegos artificiales,
establecer qué es legítimo y qué no. Aunque no hayan faltado los voluntariosos
intentos, palabras al viento y erráticas como es de esperarse. De quienes
religiosamente creen estar más allá del bien y del mal, por no decir lo más. Quienes
pretenden vendernos el mix, o aquellos que intentan discernir y decidir por
nosotros diciendo auqello es malo y esto es lo bueno, olvidan dos aspectos imprescindibles
a la hora de sentenciar sobre lo uno y lo otro: Ludwing Wittgenstein, el
filósofo del lenguaje, ya había adelantó
esta discusión cuando sentenció: “lo científico no puede dar cuenta de lo religioso,
porque cada uno obedece a juegos de lenguaje diferentes”.
Superado
lo científico nos quedaría por jugar la partida de lo moral –frente a los
garantes de Torquemada- para discernir lo qué es lo moralmente viable religioso y lo qué
no. Pues malas noticias, partida ganada, pues sobre esto ya el filósofo francés Jean Paul
Sartre escribió –hace más de 50 años-
sobre el deber ser no hay nada escrito, así que “invéntalo”, que es bueno o
malo es una cuestión que la existencia de cada quien debe definir frente a sus
circunstancias. Lo que te inventes será bueno para ti, pero no necesariamente
para los demás, así que ocúpate de que te funcione, es tu obligación, lo otro
no.
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