martes, 11 de septiembre de 2018



Esquizofrenia en la sala de espera


-Sentiste la vaina, ese temblor no fue natural-, le dijo su primo Joaquín cuando la llamó por teléfono una hora después del sacudón de 7,3 en escala de Richter, que había estremecido al país entero.
-¿Dónde estás?-, preguntó.

-Todos nos vinimos para Parque Carabobo, porque hay mucho espacio abierto, por si acaso hay una réplica, vamos a esperar aquí un rato-, contestó ella.
-Nos vemos allá en cinco-, dijo él.

Llegó y se la llevó caminando lejos del grupo, y le habló de que se sospechaba que el temblor fue generado el sistema Haarp, una supertecnología desarrollada por los gringos del imperio capaz de causar eventos y catástrofes naturales.

-¿Y eso para qué? -, preguntó.

- Imagínate si aquí ocurre una desgracia descomunal ellos tendrían la justificación para invadir el país-, le aseguró con tono de gravedad-. No es nada casual que haya llegado a Colombia ese gigantesco barco norteamericano, disfrazado de Hospital flotante, que no sabemos en realidad qué diablos carga adentro y a los dos días se se registre un terremoto en Venezuela.

Enseguida se fue con cara de alucinante preocupación, no sin antes recomendarle que durmiera vestida, y tuviera un morral a la mano con agua, alimentos no perecederos y una linterna por si acaso había un segundo ataque.

Ella quedó con una sensación extraña, sabía mejor que nadie que su primo Joaquín tenía fama de atolondrado en la familia, porque creía en Ovnis, la nave madre, la visita de extraterrestres  y vidas después de la  vida, la perdida Atlántida, el cordón de plata, los viajes astrales y el tercer ojo.
Aunque  ella jamás fue una crédula a tiempo completo y a cada afirmación de su primo, se reservaba un poco de duda, pero siempre le ponía el subrayado, de que vuelan, vuelan.

Recordó la inquietud que se le hospedó en la boca del estómago desde el diciembre pasado cuando su primo Joaquín, parado en la planta baja del edificio alzó la mirada para ver la larga estructura de 23 pisos, y le dijo, múdate cuando puedas de esta vaina porque la madre tierra está arrecha y lo que viene una cadena de terremotos.  Ella vivía  en el 22, fue su opción para conseguir un apartamento barato en el centro de Caracas, como casi nunca servían los ascensores la gente los vendían a precio de gallina flaca.

Por lo que pensó que lo del Haarp, era otra de las ideas locas de su primo y recordó cuando una vez unos años atrás, entró desaforado a su apartamento, advirtiéndole que un Diputado, que además había sido oficial del Ejército, había denunciado que a través de Direct TV somos espiados en nuestros hogares. Ese mismo día sacó el televisor de su cuarto, no es que ella estuviera reventada de buena, pero no le causaba gracia que la estuvieran buceando en pantaleta y sostén, que captaran algunos de sus desnudos o que ojos anónimos grabaran los gestos de su intimidad.

Salió a botar la basura y se encontró a Daniel el misterioso del edificio, con unos guantes plásticos puestos, botando por el bajante paquetes de lentejas, leche en polvo, Mazeca, aceite y todos los alimentos que trae la caja subsidiada del gobierno.

-¿Qué pasó, se te dañó esa comida?-, le preguntó.

-No, está en perfectas condiciones, es que tengo la sospecha de que el Gobierno fragua una conspiración colocando químicos en estos alimentos para tenernos como zombis y convertirnos a todos en una cuerda de pendejos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.