jueves, 21 de mayo de 2020

Fragmento...



Como cada quien soñaba una realidad distinta,la ciudad pronto comenzó a cobrar la forma de sus sueños. El día y la noche se repartían por la ciudad como un crucigrama.
La ciudad contenía muchas noches y muchas mañanas y atardeceres repartidas en un mismo día, pasabas una calle donde despuntaba el amanecer y al otro lado podía estar cerrándose la noche en la madrugada.

La gente empezó a perder el sentido original de las 24 horas, simplemente se acostaban cuando tenían sueño y se paraban a deshoras.
Algunos idealistas les dio por salir a buscar el día y la noche que les pertenecía, como si la vida dependiera de esa viaje pertenencia, pero era una tarea imposible de realizar en medio de esa vorágine de luz y oscuridades que se cernía por todos lados.

Lo único que se pudo precisar es que la duración de los días y las noches dependían del estado de ánimo del durmiente que los soñaba. Nadie estaba a cabo de saber cuál era la noche de verdad y cuáles eran las aparecidas por las fantasías de un sueño
(Fragmento de Aquí como que ya nadie habla de amor / Douglas González)

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