Una novela de Yoko Ogawa
Suelo comprar libros por
todas partes, donde los veo entro, pero hay un lugar especial, donde suelo ir y
lo disfruto con gratitud. Es un un local cuyos vidrios están tapizados con
largos pliegues de papel blanco, pegados con cinta adhesiva, donde las estanterías
hace tiempo dejaron de hacer su trabajo de servir de exhibidores
clasificatorios de libros, según su materia y especialidad.
La puerta siempre está
cerrada, es un asunto que esta bajo la jurisdicción del azar, el tocar y enseguida escuchar la voz que
desde adentro dice, espere un momento.
Al entrar uno recibe una
bocanada cargada con ese olor que rememora la esencia de la madera, que sólo
puede darse donde están reunidas pilas tras pilas de pulpa encuadernada e
impresa, de libros. Es un espacio cuya más cercana definición sería la de un “outlet” de textos, un lugar que invita a
la búsqueda, que es una suerte de aventura de a ver que me encuentro esta vez.
Mientras llevamos sujeta en nuestra mano, una caja de cartón mediana que
vamos llenando con los ejemplares que
logran atrapar la imaginación de nuestra memoria, y despiertan el deseo de
leerlos.
Ese día no buscaba nada
en particular, fui como siempre a ver que había de nuevo –el dueño suele
comprar lotes de remates de otras librerías que cierran sus puertas-, algunos
los oferta a muy buen precio, otros según título y autor, más el prestigio de
la casa editora, les adiciona algunos
ceros a su valor.
Ahí, casi al ras del
suelo, soportando el peso de una treintena más de libros, encontré esta novela que
fue todo un regalo para mi imaginación durante un fin de semana: “La policía de
la Memoria” de la escritora japonesa Yoko Ogawa.
Cuando pensamos que con
Murakami la narrativa japonesa había alcanzado un cenit en estos tiempos de
mixtura postmoderna, aparece esta novelista con su tono amable y terso para
contarnos una historia que explosiona el ámbito de nuestras percepciones,
como esas gomitas cítricas azucaras y
super ácidas, al mismo tiempo, que te conmueven las entrañas más secretas del
paladar, y no puedes dejar de saborear.
En una isla quizás ignorada en el mapamundi, empieza a
registrarse un extraño fenómeno: las cosas comienzan a desaparecer. No son
objetos particulares, sino series de ellos, o de una especie, como sucede con
el primer evento, cuando una mañana amanece y la isla está sumergida en el más
perfecto e inmutable de los silencios, algo que contrastaba con la algarabía de
cantos y silbidos que cada día llenaban su geografía con la sinfonía del canto
de los pájaros, todos han desaparecido.
Ni un ave cruza el cielo
azul de la isla, o posa en algunos de sus árboles. En un primer momento se
sospecha de una anomalía que sólo afecta a las aves de la región, que podría
responder a cosas como el fenómeno climático. Al trascurrir de las horas, en
los días sucesivos, llega el horror, desaparecen los peces, y con ellos en lo
sucesivo también desaparecen los árboles y las moscas junto a todos los
insectos.
Los pobladores de la isla
presos del pánico caen en cuenta que por un misterioso designio en ese punto
del pacífico, la naturaleza se está borrando
a sí misma.
Sin embargo, aún no sucede
lo peor, lo que vendrá después cuando descubren poco a poco hasta darse cuenta
que están ante una cuenta regresiva que los llevará a cero: Es el momento
cuando a todos se les comienza a desvanecer la memoria. Se les va borrando como
si alguien las enviara a la papelera del computador de su mente, y con la
memoria se va todo su engranaje de emociones, sensaciones y sentimientos que se
almacenaron en ellas.
Poco a poco se va
revelando la trama distópica argumental que es el eje de esta novela, que todo
lo que están viviendo, no obedece a un comportamiento anárquico y aniquilador
de la naturaleza, sino a un secreto plan gubernamental.
Cuando todos piensan que
las autoridades los van a asistir ante ese complejo ataque desmedido y
misterioso, descubren la existencia de una policía especial encargada de
perseguir a todos aquellos que aún puedan recordar algo de lo que ya no existe.
El lineamiento maestro
del plan es asegurarse de que nadie recuerde nada, que no albergue el más
mínimo recuerdo de quienes eran, son parte de un experimento para vaciarles la
conciencia, junto a todo lo vivido.
El resto de la historia
viene de la mano de una joven escritora de la Isla, quien no sólo descubrirá la
existencia de ese complejo entramado, sino que será la heroína de este relato,
lo mejor será que la lean y que sea ella misma quien se los cuente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.