lunes, 10 de mayo de 2021

 El ser o la nada

¿La materia o la idea? ¿la certeza o la ilusión? ¿El ser o la nada? ¿Son dos caras de una misma moneda? O ¿se trata de dos fuerzas antagónicas complementarias? ¿Ying y yang? ¿Puede existir el uno sin el otro? O ¿al pensar a uno, es necesario pensar al otro? ¿Puede el lenguaje contener al ser? ¿Lo podemos  condensar en nuestro pensamiento? ¿Y la nada? ¿Qué pasa con esa palabra que parece anular todo? ¿Si la nada es nada, acaso no la desnaturalizamos para convertirla en un simple ente cuando la conceptualizamos? ¿Y dónde dejamos al infinito? ¿Podemos limitarlo a un concepto?

El hombre quiere definirlo todo, se apega al ser, quiero ser exclama uno,  yo soy, dice otro. Somos parte de nuestro auto-concepto, siempre hemos creído que en el ser somos y que la nada nos niega, por eso huimos  instintivamente de la nada, lo que le nombre o represente. Todos queremos ser algo o alguien, desde la concepción del pensamiento básico, bajo ese ejercicio angosto de la lógica del sentido común, al éxito lo confunden con ser o plenitud, y lo contraponen al fracaso, con la nada, de ahí la frase eres nadie; pero en esa metodología ser, presupone una distinción en un mundo distorsionado por los intereses materiales, donde el consumo es su verdadera constante.

Para ser hay que tener, algo que explica muy bien el filósofo y psicoanalista Erich Fromm en su libro "Tener o Ser", para Fromm, son dos cosas muy diferentes, sin ninguna relación. Tener pertenece al sentido común de la sociedad de masas, la sociedad del rebaño la bautizó Nietzsche, y todo lo que ella comprende, en tanto que ser es la unicidad del conocimiento en la trascendencia existencial.

Aunque no es moneda de curso común andar por ahí preguntándose acerca del ser y la nada, y hoy muy pocos se lo planteen como una necesidad relevante, hay quienes en toda su vida ni siquiera se lo llegarán a preguntar, ¿Qué es el ser y que es la nada? y sí ambos fuesen una aventura especulativa de nuestro pensamiento, o si lo del ser, fuera un asunto como el de la piedra filosofal? ¿Por qué el ser y no la nada? se preguntó Leibniz, filósofo y matemático alemán quien sostenía que dios es voluntad de ser, conciencia creadora en relación con el mundo. La misma pregunta se la formularía Heidegger doscientos años después.

En el mundo que vivimos la nada vale lo que comporta, no lo que es como categoría filosófica, porque la gente no anda por ahí con un manual de instrucciones filosóficas para decir la nada es esto y no lo otro. En la sociedad global la nada es negación, vacío, dejar de ser, muerte, inexistencia, lo que no es, desaparición, y ser es todo lo contrario, es afirmación en el tener, lo que poseo soy,  lo que llena el vacío de la existencia e incluso es su motivación permanente, por eso el individuo de factura común, su único anhelo es  llenarse de posesiones, con las que creen lograr adormecer, o encubrir el sentido de la nada que pueda albergar su existencia, el miedo a no ser.

Tal vez el ser y la nada no sean más que dos banalidades revestidas de trascendencia metafísica, entonces, ¿por qué inquietarnos por el ser y la nada? Para decirlo borgianamente qué sentido tiene preocuparnos por el infinito ayer que no fuimos, y  por el eterno mañana que no seremos. Para Heidegger la nada es la que nos revela el sentido del ser.

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