miércoles, 23 de mayo de 2018


Philip Roth: sólo para literatos
los demás abstenerse por favor

Cuando el escritor Philip Roth ganó el premio Pulitzer de ficción en 1997, con su Pastoral Americana, la página literaria del influyente Chicago Tribune reseñó, “En la actualidad literaria norteamericana está Philip Roth y después todo lo demás”. Para ese momento, la narrativa norteamericana quedó dividida en un antes, y un después de la obra de quien hasta ayer fue el último de los mohicanos, el postrero representante de la llamada literatura dura norteamericana, esa en que los escritores se hacen línea a línea, libro por libro apoyados en su talento y no en un milagro del mercadeo. Ayer Philip Roth el miembro más antiguo del Departamento de Literatura de la Academia Estadounidense de Artes, dijo su segundo y definitivo adiós a los 85 años, ya un largo silencio había precedido esta despedida, cuando en 2010 anunció su retiro como escritor.



EL NOBEL
Tal vez si los miembros de la academia sueca, que conceden el Premio Nobel de Literatura, hubiesen sesionado esta año, hubiera existido la probabilidad de que le hubieran otorgado el galardón a Roth, quien los últimos años estuvo entre los candidatos de hacerse con la medalla, algo que siempre fue muy esperado por él, quien recibió los más prestigiosos  galardones para un escritor en lengua inglesa, pero a él siempre le faltó el Nobel.

En el 2016, Philip Roth perdió el premio frente al cantante y compositor Bob Dylan, una adjudicación absurda y severamente cuestionada: se rumoraba que Roth era incómodo a los intereses de la Academia Sueca, con más tradición de premiar comunistas que a verdaderos outsiders.
En su narrativa, se ha encargado de desenmascarar el ilusionismo de la sociedad norteamericana. Considerado un escritor anti-estabilishment, escéptico de las recetas de felicidad. Que daba tratamiento irónico hacia las pretensiones ilustrativas a una masa ignara y manipulada, por el sin sentido del consumo, su culto por el dinero, y su  más reciente estúpida ingenuidad creer que en internet pueden descifrar a dios, el camino de la trascendencia o la clave de la existencia, para Roth, todo se trata de una realidad preformateada, para que incluso, el hombre se sienta que es un profeta, un ángel, pero sin serlo.

Y es que en Roth subsistían los rasgos de esa generación Beatnik que irrumpió en los Estados Unidos en la década de los 50 –inconformistas por naturaleza- cuestionadores y escépticos de la manera que se dirige y se vive en la sociedad norteamericana y sus ofertas de promesas; Roth la definía como un estado de locura total cada vez más parecida una ficción orweliana.




NARRATIVA
Muchas de las obras de Roth han sido llevadas a la televisión y el cine, pero en el 2008, su novela “El animal moribumdo”, un drama erótico entre un profesor y su alumna, es llevada al cine bajo el título “La elegida”, protagonizada por Penélope Cruz en el papel de Consuelo Castillo y Ben Kingsley, encarnando al personaje del profesor David Kepesh, un Don Juan empedernido dedicado a llevar una vida hedonista, da clases de literatura a nivel universitario, lo que utiliza para prolongar su éxito social y seducir a sus jóvenes alumnas. Entre ambos se genera una apasionada relación amor-seducción, efímera como toda llama, que terminar por consumir al Kepesh en la incertidumbre. Consuelo Castillo es inatrapable, no le pertenece a nadie, solo a sí misma, y con ese juego le borra todas las certezas.

 Philip Roth, procede de una familia judía promedio del norte de Estados Unidos, un modelo de vida sobre el que parece tener una observación continúa y sobresaliente. Su obra sigue las huellas de su mentor Saúl Bellow, premio nobel de literatura 1976, quien también era de origen judío, en eso de mostrarnos la cotidianidad, y el sistema de valores del judío promedio –sin apego religioso-, en contraposición al de los norteamericanos liberales, con sus aciertos y desaciertos, donde la vida no transcurre en un eterno día de acción de gracias y la felicidad no se compra en el supermercado, donde todo el mundo compra lo mismo, se viste y se comporta de la misma manera. Sin embargo, su literatura reclama ecos de John Dos Passos, William Faulkner y de J. D Salinger.



Existen dos trilogías básicas en la obra de Roth, la primera compuesta por “Pastoral Americana”, “Me casé con un comunista” y “La mancha humana” –quizás sea esta la más famosa-, donde hace énfasis en los conflictos de la sociedad norteamericana. La segunda la integran tres novelas protagonizadas por Nathan Zuckerman, “La visita al maestro”, “Zuckerman encadenado” y “La Lección de anatomía”, donde un aspirante a escritor visita a su maestro y se enamora de una joven mujer en la que cree identificar a la mismísima Ana Frank, a partir de lo cual se desatarán un  periplo existencial con marcado acento kafkiano. De su extensa obra, siempre aclamada por el New York Times y resaltada por el New Yorker, destacan Operación Shylock y El Lamento de Portnay.

EL PERSONAJE QUE FUE EL MISMO
A veces los escritores eligen la voz de un personaje para hablar de ellos mismos, de sus agonías, cuando se lee “La Humillación” una de sus últimas novelas, no dejamos de ser asistidos por esa sensación de soledad y nostalgia de los tiempos finales de una vida. “La Humillación”, retrata la vida de un actor de teatro que fue exitoso en una época y que envejecido se siente triste y abandonado, ha perdido su conexión con lo que era, todo lo suyo, amigos, gentes y lugares han ideo desapareciendo, y en lo que es ahora y lo que lo rodea no se reconoce, ni se encuentra. Se siente demasiado viejo para todo.
“Había perdido su magia. El impulso estaba agotado. Jamás había fracasado en el teatro, todo cuanto emprendiera tuvo fuerza y éxito, y entonces sucedió lo terrible: no podía actuar (…) Le ocurrió tres veces seguidas, y la última vez nadie estaba interesado, nadie acudió “.
Así comienza el primer párrafo de esa entrega melancólica de Philip Roth que pareciera reflejar el duelo inevitable de la ancianidad que siempre llega al hombre con una dosis de silencio, soledad y olvido.
En el año 2010, publicó su último libro “Why Writer”, la recopilación de una serie de ensayos, algunos revisados y actualizados, otros inéditos hasta el momento en el que recoge lo mejor de su óptica crítica, y lo entregó como un legado a las generaciones por venir, al final termina con la frase “Aquí estoy yo”, revelando su esencial carácter de escritor estaba en las palabras allí reunidas, y no en ningún otro lugar.



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