lunes, 20 de abril de 2020


                             El reloj lunar


Los dos amantes atrapados dentro del éxtasis, ignoran que son arrastrados por una turbulencia de emociones donde el tiempo los abandona, quedan excluidos del cronometro de las horas, los minutos y los segundos. En ese estado casi  líquido de la existencia sólo podemos medir el tiempo en el reloj que se mueve con la Luna.

El tiempo de los relojes es simple y sin personalidad, algo neutro, por eso sólo puede contabilizar los hechos cotidianos, nunca los pasionales.
El tiempo lunar si, por eso prescinde de los relojes, porque es el tiempo de un orden emocional y alucinante, no puede medirse con segunderos, porque es fugaz y cambiante como toda fantasía.

Sólo el reloj lunar puede contabilizar el tiempo transcurrido dentro de un estado de ánimo, y como el Leviatán bíblico al tiempo lunar tienen que prenderle fuego para que abra su boca y libere su víctima.

Ante su presencia los días se van, llevándose con ellos toda presencia de lo real, esperan hasta que se teja el puente entre una Luna vieja y una Luna nueva que traerá consigo otros estados de ánimo. Algo que pasa cada 29 días, 12 horas y 42 segundos, cada vez que cambia la cara de la Luna.

(Fragmento del cuento: 'Hola.Lulú soy Romeo - Douglas Gonzalez)

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