miércoles, 1 de abril de 2020


   Los libros de mi 40tena


La cuarentena trae consigo cuatro libros básicos: Pastoral Americana de Phillip Roth, Cine o Sardina de Gabriel Cabrera Infante, El sueño de Bruno de Iris Murdoch y Diarios, Notas y Apéndices del escritor Robert Musil.  También estarán los de todos los días, los que voy leyendo a ratos, que disparen mi inquietud de lector.

PASTORAL AMERICANA – Phillip Roth
Pastoral Americana de Phillihp Roht (Premio Pulitzer 1998) narra historias secuenciadas de unos inmigrantes que creen en la promesa de lograr el sueño americano. Son familias apegadas al manual de instrucción, a la fórmula “mágica” para asegurarse una vida feliz para siempre, hasta que una realidad atroz los va despertando uno a uno, con una sucesión de pesadillas donde todo empieza a derrumbarse, y a percibirse de otra manera. Piensan, se preguntan ¿qué han hecho mal?  Nada, se trata de la decadencia, pero ellos no lo saben. A veces no hay que tener nada fuera de lugar para que te  llegue, porque la decadencia es como un premio de lotería pero al revés, sólo tienes que estar aquí para que te toque.

Phillip Roth pertenece a los grandes narradores norteamericanos del siglo XX, su tradición literaria se ensambla con la de Saúl Bellow (Premio Nóbel-1986), quien fuera su mentor y amigo. Roth murió en el 2018, los últimos 11 años de su vida estuvo esperando por el Premio Nobel de Literatura, tiempo en que estuvo en la lista de los posibles candidatos.

DIARIOS, NOTAS Y APENDICES -Robert Musil
Elegí a Robert Musil porque escribió una obra monumental, El Hombre sin Atributos, y no le alcanzó su corta vida para concluirla, pese a que estuvo escribiéndola y reescribiéndola durante casi 20 años. A los 31 años muere dejando tras de sí esa ruta tormentosa que fue su vida, llena de desesperos, penurias, privaciones y una gran incomprensión literaria.

A todo estos paisajes existenciales nos podemos asomar desde estos diarios (dos tomos), donde están registradas las trincheras de sus luchas, son un registro arqueológico de un escritor que rompió los esquemas literarios al intentar escribir en una novela la complejidad del mundo y la existencia del hombre, fuera de la propuesta del desarrollo argumental que exige la formalidad literaria en la novela. Hay mucho de intelectual atormentado en sus diarios. Con su obra aunque inconclusa, El hombre sin atributos, Robert Musil se colocó a la altura de los grandes escritores, Virginia Woolf, Marcel Proust y James Joyce.

EL SUEÑO DE BRUNO – Iris Murdoch
Supe de Iris Murdoch, tras ver una película inglesa basada en su vida, llena de una serie de flashback´s que contraponían lo que significó su rechazo a su inhóspita vejez con la que convivió los últimos años de su vida, aferrada a los recuerdos de una juventud donde afloró todo su vigor literario.

El sueño de Bruno lo conseguí en una de esas librerías “raras” en realización, casi por cerrar, a donde fui en busca de autores fuera de ese foso que es el marketing, el requisito para comprar un libro era que se tratara de un autor poco conocido, de esos que nadie nombra, que no forman parte de los lugares comunes de las tertulias literarias, así he encontrado muchos, incluso galardonados con el Nobel que son verdaderos desconocidos en esos ámbitos, pero poseedores de verdaderas joyas literarias.

Pocas novelas se escriben con un anciano postrado en una cama de protagonista, lo que responde al patrón griego del héroe, siempre son jóvenes; aunque paradójicamente la primera novela, El Quijote, trata de un viejo enajenado. El sueño de Bruno es la vida de un hombre de 90 años atrapado en el laberinto doméstico de su hogar, y toda la gravitación existencial de las otras personas que conviven con él, y que representan para su vida, en momentos puede que mucho, en otros la nada indiferente.

Actor y bohemio, Bruno ve su presente a través de un cristal que está lleno de recuerdos, y a través de ellos vive cada experiencia, a las que eventualmente pone tintes de Ironía, sarcasmo, juicios críticos y frases irreverentes que son los elementos con los que Bruno, un obseso por el ayer, arma sus argumentos que siempre terminan en una misma moraleja, todo tiempo pasado fue mejor.

CINE O SARDINA – Gabriel Cabrera Infante
"En mi pueblo, cuando éramos niños, mi madre nos preguntaba a mi hermano y a mi si preferíamos ir al cine o a comer con una frase festiva: cine o sardina? Nunca escogimos la sardina. La vida se puede concebir sin sardinas, nunca sin el cine”.

Es la separata que acompaña al libro de Guillermo Cabrera Infante en su contraportada, es el comentario que se espera de alguien que el cine fue uno de los grandes descubrimientos de su infancia. Alguien que también se adentró en esa sala oscura con el susto de quien se asoma a un abismo para ser iluminado con un derroche de imágenes fantásticas de un nuevo mundo que se revelaba ante sus ojos, lleno de una magnética e indescifrable realidad que parecía que podíamos tocar o caminar dentro de ella, pero que nunca nos atrevimos hacerlo.

El libro y el cine son los dos grandes descubrimientos que marcaron  mi infancia, la primera vez que entré a un cine, fue como cuando fui a ver el espectáculo de un mago que con su  capa, su sombrero de copa y un bastón, te convencía en medio de sus gestos misteriosos de que la fantasía era una realidad. Página a página se disfruta esta lectura del escritor, novelista y guionista Gabriel Cabrera Infante; sólo comparable con ese compendio de reseñas y críticas cinematográficas que escribió el filósofo Juan Nuño, 200 horas en la oscuridad (Ediciones –UCV).

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