viernes, 10 de julio de 2015









UNO DE ESOS DIAS 


Hay días que vienen cargados con años de atraso, con horas que pasaron hace tiempo. Con un gris quejumbroso pegado a su segundero, esos siempre los tacho de mi calendario.

Ni uno solo de esos minutos que llegan vestidos con la ropa de ayer me ayudan a reconocer el hombre que soy, menos en el que me he convertido.

Siempre he renunciado al ejercicio inútil de mi contabilidad, no soy bueno para los números. Un poco también por las palabras de Heráclito que nos advierten sobre eso que ya no somos.

El Sol es un espejo que me entrega el Barman para que vea el rostro irónico de mis vanidades. Pero... ¿se puede huir de uno mismo?

Es una tarde en que comienza a apagarse la fianza vencida de mis sentidos. Esas son las cuestiones del plazo, siempre llegan.

Afuera, la calle es una contorsionista insomne que nunca duerme.

Si caminas en ella no demorará en poner sobre tus labios la voracidad del paisaje.

Mi sangre se mueve serpentinamente como una larga montaña rusa por donde suben y bajan los ángeles con las alas rotas.

Son las tres de la tarde, a esta hora ya no hay nada que seguir. Sólo puedo darte un pedazo de este día cargado de ayeres para que no te quedes conmigo. (D.G)

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