UNO DE ESOS DIAS
Hay días que vienen cargados con años de atraso, con horas
que pasaron hace tiempo. Con un gris quejumbroso pegado a su segundero, esos
siempre los tacho de mi calendario.
Ni uno solo de esos minutos que llegan vestidos con la ropa
de ayer me ayudan a reconocer el hombre que soy, menos en el que me he
convertido.
Siempre he renunciado al ejercicio inútil de mi
contabilidad, no soy bueno para los números. Un poco también por las palabras
de Heráclito que nos advierten sobre eso que ya no somos.
El Sol es un espejo que me entrega el Barman para que vea el
rostro irónico de mis vanidades. Pero... ¿se puede huir de uno mismo?
Es una tarde en que comienza a apagarse la fianza vencida de
mis sentidos. Esas son las cuestiones del plazo, siempre llegan.
Afuera, la calle es una contorsionista insomne que nunca
duerme.
Si caminas en ella no demorará en poner sobre tus labios la
voracidad del paisaje.
Mi sangre se mueve serpentinamente como una larga montaña
rusa por donde suben y bajan los ángeles con las alas rotas.
Son las tres de la tarde, a esta hora ya no hay nada que
seguir. Sólo puedo darte un pedazo de este día cargado de ayeres para que no te
quedes conmigo. (D.G)
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