lunes, 13 de julio de 2015




 ¿País o barbarie?
 (D.G)
Al país no le bastará con derrotar el totalitarismo chavista en las próximas elecciones. Además del consabido plan de emergencia económica y de seguridad que deberá implementarse el gran reto es la educación.

No sólo para distanciarnos de un modelo educativo perverso, instaurado básicamente en una manera y estilo de hacer las cosas que en una direccionalidad dada por un manual, aquí el manual ha sido lo chuzma, la chabacanería –como acepción de una barbarie ignara-, que ha derivado en una total desocialización del venezolano, a través de un modelo político cuyo objetivo ha sido la deconstrucción social de la nación, y convertirnos en una masa de bípedos manejada al ritmo de consignas de guerras que jamás han existido, de revoluciones alucinatorias que nunca se han realizado, y como carne de expiación de las culpas derivadas de una incapacidad gerencial inédita en la historia; siendo Venezuela un país inmensamente rico, la miseria parece ya estar tocando la puerta.


 El chavismo ha sabido –propio de los regímenes totalitarios- apoyar sus erráticas políticas en los medios de comunicación, detentando una fuerza de penetración nunca vista: despliegue de propaganda, estetización de la política, apelando a lo más genuino de la industria cultural, con el único fin de manipular a una masa condicionada para que les permita su permanencia en el poder.

Víctor Hugo en Los Miserables, señala que hay almas que siempre están de rodillas, aunque el cuerpo permanezca de pie; una metáfora que bien pudiera responder a la condición más relevante que un estamento de la población compuesto por analfabetas funcionales, quienes reciben dádivas a cambio de fidelidad política. Como vemos en esta hoguera de las vanidades boliburguesas nada es real, sólo hay genuflexión y limosna para el Juan Bimba de siempre, para los pata en el suelo.

La futura educación venezolana deberá ser capaz de promover la emancipación individual y erradicar al hombre interpretado que parece, es el nuevo hombre socialista que soñaba Chávez, quien no sólo es un ser obediente, es el hombre interpretado del que hablaba Martín Heidegger, el de la vida falsa, porque otro u otros piensan y deciden por él.

El régimen, ha inoculado en él odios que no le pertenecen , apegos que le son desconocidos y descontextualizados, tanto en lo geográfico como lo histórico, formas de imponer qué pensar, qué querer, qué desear que ni siquiera responden al ejercicio democrático de librepensamiento, pero si más bien a un modelo estalinista-caribeño como el cubano, del que ya tenemos noticias de su fracaso.

El chavismo con sus promesas delirantes de nación potencia, atiborrado de discursos alucinatorios logró que un grueso de la población popular desvalida y escaza educacionalmente le cediera su toma de decisiones, es así como los estadios marginales del país se impone el mundo administrado por las valoraciones del régimen, es un mundo sometido a la esperanza y al milagro, donde todos esperan algo, un proceso de cosificación del individuo ante un objetivo que sabemos inocuo, inexistente. Mientras al resto de la población es neutralizada a través de estrategias de deposesión, desocialización y deconstrucción de su entorno, generando en ella la parálisis del miedo. 


En Venezuela unos esquemas de modernidad violentamente yuxtapuestos con el advenimiento de la bonanza petrolera, en vez de guiarnos a un horizonte de progreso y realización social, nos llevó al relato sombrío de un mundo que lo vemos marchar en reversa mientras su conductor incapaz de ver hacia adelante, acelera con la mirada fija en el retrovisor.

A la gente le gusta soñar, incluso despiertos, quién o qué despertará a esta masa de su sueño insomne? Ya convertido en pesadilla, un sueño transformado en borrasca, pero que muchos no quieren aceptar: porque no quieren. Pareciera que su lema es, importante es soñar, aunque sea maltrecho, o es que estamos topando con estamento social condicionado a ser vulnerable a la mentira? Pero podemos lanzar otra pregunta mucho más desesperanzadora: ¿despertarán alguna vez? Eso lo sabremos el 6D y los días subsecuentes: Si el país sigue en regresión hacia la barbarie o recupera el control de su devenir histórico.

Debemos restaurar el sentido de lo justo, y eso debe empezar por nosotros mismos, y eso sólo es posible a través del conocimiento para comprender, saber dilucidar y tener la libertad de elegir. Muchos podrán preguntarse ¿cómo puedo ser justo en un mundo lleno de injusticias? Donde el vicio, la corrupción el delito prosperan, donde muchas veces ser virtuoso moral lo que nos trae es desgracias. Sabemos que eso es así, pero algo debemos hacer para restaurar el mundo que queremos, empecemos por no aceptar lo que está mal.

Cada quien empiece a hacer lo suyo, en la medida de lo posible, empecemos por señalar lo errático, lo torcido, escribir libremente. En lo personal, hace años rompí con las logias inútiles, ni siquiera las frecuento, escribo lo que quiero y cuando quiero, no me interesa relacionarme con esa gente. Siempre me he negado a ser un hombre interpretado, me siento más cercano al Hombre Rebelde de Albert Camus, rebelde no por comunista, sino por inconforme.

El ejercicio de la plena libertad es conducirte con civismo, pero sin tener que rendirle cuentas a nadie. A estas alturas de mi vida me niego a que un Cabello o un Maduro –a quienes además no les tengo ningún respeto intelectual- pretendan “interpretar” política y socialmente mi vida, decidiendo por mí en qué tipo de sociedad y con qué valores debo vivir.

No tener la vida reservada a ningún grupo, no depender de nada, ni nadie, tener las convicciones de tus propias ideas, sin que nadie te exija el pseudo sacrificio político por algo –repito- que no existe.

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