martes, 28 de julio de 2015


El Anarcocapitalismo


La asfixia del hombre, su libertad, dejar revelar su poder creativo, la centralización política en qué debes pensar, qué es bueno y qué es malo, qué es anti-revolucionario y qué no lo es. Y si no eres revolucionario eres enemigo de la patria. La exigencia fractal de una fidelidad automática al partido único y sus líderes, sin que medie su estatura intelectual o moral. El culto al gran hermano. El que se pretenda decretar la solidaridad y el sacrificio social por el otro que al final –en la psiquis de la aún incomprendida postmodernidad- a muchos ni le interesa, y a la mayoría espanta como esa perversión de la demolición del Estado a favor de una dictadura del proletariado que ya sabemos con qué ejercicio de totalitarismo suelen terminar.
Ya Michael Folcault se encargó de desmotar la pretensión científica del marxismo apuntando: " Cuando veo que se esfuerzan por establecer que el marxismo es una ciencia, no advierto que estén demostrando de una vez por todas que el marxismo tiene una estructura racional y que sus proposiciones competen a procedimientos de verificación. Veo que están haciendo otra cosa. Veo que asocian al discurso marxista y asignan a quienes lo emiten, efectos de poder que Occidente, ya desde la Edad Media atribuyó a la ciencia y reservó a lo emisores de un discurso científico".
 



Son los aspectos históricos que desdicen, y nos revela una cierta perversidad en todas las aplicaciones políticas derivadas o inspiradas en el inviable viejo proyecto comunista ideado por Marx y Engels, y que en experiencias recientes –incluyendo la de nuestro país- ha demostrado una vez más su imposibilidad como vectores de una sociedad. Cada vez que se pretende aplicar lo que se obtiene es el único producto posible: una gran distorsión, porque se parte de algo que no existe.
Los promotores del anarcocapitalismo van en vía contraria en vez de hacer al estado omnímodo, una masa amorfa de una burocracia que parece crecer sin fin, apuestan por una sociedad sin un Estado preponderante, sino que este sea un Estado mínimo, no interventor, donde entré en pleno funcionamiento la maquinaria de la libertad.

El anarcocapitalismo no es una nueva teoría, nace en el siglo XIX en Estados Unidos, tuvo en el premio Nobel de economía Miltón Friedman uno de sus más entusiastas seguidores. Su fundamento está resumido en un interesante texto escrito por su nieto Dave Friedman: La maquinaria de la libertad, quien encontrara en las ideas de su abuelo, una fuente de referencias para la construcción de un sistema que se vislumbraría como el modelo económico más compatible con la sociedad del futuro.

  

Si bien Friedman indica que minimizar al Estado pasa primero por privatizar la mayoría de sus funciones, no menos cierto es que admite que muchos problemas sociales no podrán ser resueltos únicamente aplicándole la óptica liberal privatizadora, esa sería una porción minúscula del Estado quedará para ocuparse entre otros aspectos de ejercer las funciones sociales benefactoras que demanden ciertos niveles de la sociedad.
El anarquismo con propiedad privada promueve “competencia y soberanía del consumidor, experimentación descentralizada, dispersión del poder coactivo, que son los factores que más favorecen la paz, la prosperidad y la felicidad, que a fin de cuentas es lo que le interesa a cada quién. ¿A fin de cuentas a quién le interesa si Evo Morales padece de insomnio?
Sin embargo, Friedman no es un utilitarista al uso –como dicen-: Sus intuiciones éticas le llevan a rechazar el utilitarismo como criterio último, no está dispuesto a sacrificar la libertad de una persona para incrementar la felicidad de otras dos.

El anarcocapitalismo es un desafío a las anquilosadas ideas de izquierda que como sabemos todas terminan en un estrepitoso fracaso, hoy vemos a una Cuba emerger en harapos y en deplorable estado de miseria de una pesadilla socialista, un proyecto de nueva sociedad que sólo existió en palabras.Día a día China, el gran gigante comunista gira cada vez más su volante hacia la vía del capitalismo como única vía a su sobrevivencia.
 



Ahora bien, el capitalismo en su devenir desde hace décadas viene mostrando su estadio degenerativo, es innegable que hasta ahora ha sido lo más compatible con el pensamiento y ejercicios libertario, aunque parece estar llegando el momento de su inevitable superación: ¿pero después del capitalismo qué? Una zambumbia alucinatoria de marxismo con boniato, yuca y mucho cuento fermentado como es el chavismo? sabemos que esa jamás será la respuesta. Quizás esté en un nuevo orden como el que propone el anarcocapitalismo sea el perfectible para alcanzar niveles deseables de felicidad y acabar con las miserias e injusticias sociales, no olvidemos que no hay ´peor atención a la pobreza –sostiene Friedman-que aquella cuando el servicio lo brinda el Estado.
 


El anarcocapitalismo también es un desafío para el conservador liberalismo: “La Maquinaria de la libertad también presupone un desafío para los liberales conservadores, aquellos que creen que los servicios de gendarmería (ley, tribunales, policía y defensa nacional) sólo pueden ser provistos en régimen de monopolio público y financiados con los impuestos de los ciudadanos”. Algo que en Venezuela comprobamos cada día, donde el servicio público se atomiza, es mediocre, insuficiente a la demanda y eminentemente corrupto en su aplicación.
El anarcocapitalismo surge como una física de la resistencia ante la sempiternas praxis y uso del poder sea de izquierda, socialistas, o de derecha, liberales; es la sociedad abierta y el individuo -a decir de Karl Pooper-, sin intermediarios ni líderes mesiánicos proponiéndonos un paraíso mileranista que jamás llegará.

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