Este día que quizás fue ayer
Hoy es un día que quizá fue ayer, un día
de dos horas. Tan efímero que de haberlo pensado no valdría la pena haberse
despertado en él, menos aún salir a sus calles, caminar bajo su Sol, junto a su
gente, ni mezclarse junto a las voces que vinieron con él.
Es un día tan corto que pudiera caber en
los cinco mililitros de una inyectadora, como si el haber vaciado una ampolla
de tiempo se tratara. Es un día en que el cielo ha bajado su distancia, para
posarse más cerca de nuestras cabezas, encapotado de grises tremulantes. Tan
angosto como un túnel en el que no se permiten artilugios, tan así que ni
siquiera me atrevo a sacar los que hay en el cuento que llevo en la carpeta
bajo mi brazo.
Este día voy camino a la oficina de
correos donde espero cartas para mí, si es que mi nombre ha logrado colarse en
la secreta permutación de los milagros. Llevo mi cuento conmigo como
si me sirviera de testigo en la búsqueda de una noticia que lo haga vivir a él,
en palabras ajenas, en otras distancias, fuera de las mías.
En la oficina de correos me informan que
no hay correspondencia para mí. Ni un delgado sobre a mi nombre. Pero se
equivocan, junto al dorso de la puerta destaca un cartel de color sepia con grandes letras marrones que anuncia los ganadores del esperado
concurso literario. Es la noticia que aguardo, pero que llegó en sobre abierto
y público. Con vano afán busco entre los nombres ese nombre propio, pero todo
en él es vacío para mí, evanescente, como la tarde que ya no existe.
Este día que fue ayer mi musa y yo
quedamos sin notificación, ni primero, ni segundo, ni tercero. Sin ningún
lugar. Volvemos cada uno sobre nuestros pasos, zigzagueando una especie de
laberinto, tratando de ahorrar cada uno de ellos, porque no sabemos cuántos se
nos han dado y mucho menos cuantos nos quedan aún por andar. Caminamos en fuga
antes que la nostalgia acabe este instante de dos horas, vamos deprisa
esquivando las gotas de lluvia que ya todo lo van salpicando.
Cubro con mi abrigo el cuento que es
nuestro secreto premio personal, pero que ella ignora: El premio de sólo
escribir para sus ojos, los de ella quien vive desnudándose en cada rincón de
mis palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.