viernes, 19 de diciembre de 2014

 Musa….la idea con nombre de mujer
(A Marzu..)


Un libro tiene una palabra fundacional, puede ser algo que mires y se te devuelva en palabras, o una imagen recurrente que se convierte en perpetua metáfora con nombre definido, y detrás de ese nombre, a su vez existirá un rostro, la numeración infinita de unos gestos, el cúmulo de unas costumbres, la alternancia de  un oficio y la sumatoria compleja de sus cotidianidades. Todas y cada una se reúnen cómo pequeñas sombras que tejen la sombra final que se fijará en el umbral de la palabra que nombra, sugiere, convoca e indica, ya anclada en la memoria, cincela el perfil de una personalidad con dirección y número postal, cédula de identidad y número telefónico; todo un catálogo de sus lazos de vida, hijos quizás, tal vez padre, madre, amigos, ocupación. También trae consigo las horas a destiempo del café, cuando se detiene a escrutar la calle con la mirada enfocada en lo del asombro; las ideas y los deseos también marcan una hora de concurrencia en esos lazos. Quizás esa palabra que da vueltas y vueltas ni siquiera llegue a formar parte de la historia , tal vez ni  le otorgues una lejana sugerencia, pero estará allí como un ánima, iluminando cada página, deslizándose en cada matiz, al final de cada capítulo, al darles los giros a alguna frase, será ella la palabra inevitable que siempre convocará tu memoria, y descubrirás que ese libro, y muchos otros son sólo el pretexto para tratar de asir hacia ti, aquello que como el viento pasa y te envuelve, pero que no puedes atrapar, y comprendes que esa palabra hecha imagen y convocada en el sonido de un nombre, formará parte de la respiración y del fraseo de tu escritura, algunos la llaman Musa, la idea hecha mujer que convive como esa estructura ausente y misteriosa en cada página del libro.

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