lunes, 23 de marzo de 2020

Cuadernos de la 40tena
1.
Desde que se anunció la existencia del Coronavirus como epidemia, por su contagiosa y acelerada propagación pocos en el mundo se lo tomaron en serio, y no estaban equivocados, hacían lo  propio de los ciudadanos condicionados por una sociedad global, hedonista y egoica, vivir bajo el imperio del consumo de lo efímero, individualismo puro: ”mi vida es tan maravillosa y tan mía que sólo obedece a mi propio placer, eso a mí no me va a pasar”.

Italia era un fiesta y España una rumba. Los ingleses –con su frialdad habitual- hacían proyecciones sobre la cantidad de muertes necesarias en tanto el agente viral alcanzara su pico y preparaban escenarios de control para su remanencia.

Mientras el coronavirus hacía su peregrinaje mortal desde China –epicentro de esta desgracia- hasta la vieja Europa, disfrazado de cuento infantil que poco a poco comenzaba a desteñirse en su propia mentira, donde un murciélago contaminado fue devorado por una serpiente, la cual a su vez terminó siendo vendida en el mercado de animales de Wuhan y consumida por humanos.

En América Latina como es costumbre le colocamos el filtro del realismo mágico, eso no llegará hasta aquí porque el coronavirus le teme al calor, no sobrevive a las altas temperaturas, eso sí, dejamos de ir a los restaurantes chinos y los ciudadanos asiáticos fueron blanco de nuestras sospechas, y convencidos por nuestra notoria ingenuidad, salimos a celebrar el sol candente del Caribe, agradecidos por su clima, regodeados en nuestras excesivas sudoraciones, las playas fueron declaradas zonas libres de pandemia, todos celebraban esa felicidad geográfica, convocados bajo la membresía dionisiaca del placer.

Pero toda felicidad tienen su fin y toda fiesta llega termina al amanecer. Valencia atardecía con la quietud habitual de sus domingos, en el cerro
El Café se movía una serpiente de fuego con altas llamaradas que bajo el cielo adquirían las formas del sueño, esa noche dormimos arropados con la palabra cuarentena, al día siguiente despertó a nuestro lado, ahora es parte de nosotros, vino para quedarse, ella tan decimonónica, una palabra tan lejana, tan de nuestros ancestros y sus historias como las de la fiebre española y ese otro rito en desuso del tiempo de las abuelas, algo que practicaban las mujeres recién paridas en otro siglo.
2.
Al otro lado del mundo, la cuarentena remitía a otro significado: el poderío militar chino, que con una prueba lanzada en su propio territorio, se colocaba a la cabeza de la superpotencia en el uso de armas  biológicas, lo que dejó en evidencia que la lucha por el poder global, entre China y Estados Unidos, va más allá del ámbito económico, y que con el esparcimiento del coronavirus por el mundo, los asiáticos se anotaban un tanto a favor de 3-0.

Primer punto: Lograron neutralizar la economía mundial, sumergiéndolo en una cuarentena. Que lo hagan también con el aparataje militar será cuestión de días.

Segundo punto: El coronavirus es una invasión silente e invisible presente de manera significativa en los países miembros de la OTAN, incluyendo los Estados Unidos. Los cunde de pánico con terrorismo biológico.
Tercer punto: China diseña una estrategia  de ajuste de  tiempos, da cuerda al reloj y lo detiene a su conveniencia en cada jugada. Primero se golpea a sí misma, capta una atención, detiene el juego con la simulación de un accidente por el consumo humano de filetes de serpiente contaminados con coronavirus.

Tras el brote provocado en Wuhan, China niega la alarma, niega el contagio, niega el peligro, el mundo le cree, se confía y apagan las alertas. China gana tiempo en su conteo, y a medida que avanza el virus invade y neutraliza cada nuevo territorio. Cuando Europa y los Estados Unidos están subyugados por la pandemia, China se declara libre del coronavirus, y con toda su potencialidad  militar disponible, lo mismo no se puede decir de los demás países. China juega el estratégico Mahjong con el mundo: Táctica, observación y memoria, que desplaza al ajedrez.en lo cerebral.
3.
Los chinos han sido eficaces en el arte de entretener, de allí que su teatro carezca de textos literarios, es un celaje de acrobacias, personajes de cantos de ópera y complicados malabarismos, lo que los ha hecho expertos en el disimulo, y eso es lo que han hecho.

 El caso chino no es un asunto que remita a Nostradamus pero si a la ficción literaria. Desde la hermenéutica y mediante una suerte de teorema se llega al mismo patrón predictivo utilizado hace cuarenta años (1986) por el escritor Dean Koontz, en su novela de terror, “Los ojos de la oscuridad”, sitúa en la ciudad de Wuhan, el epicentro de una virulenta epidemia que mata al 5 por ciento de la población mundial, tras ser liberado un virus de un laboratorio de poderosas armas biológicas de esa localidad. La única variable es que en su novela Koontz nombra a este virus como Wuhan-400, y no coronavirus.

Pero la literatura fantástica, siempre nos ha entregado un boceto de las apetencias que esconde el Régimen comunista en sus ansias por controlar el mundo. En los comics de los años 60 desarrollados por Marvel, reaparece el despiadado Ming –inicialmente incluido en la saga de Flash Gordon -1934-, personaje siniestro que parecía haberse vestido con las cortinas roja-amarillas del Salón del Pueblo que presidia Mao.

El objetivo de Ming era esclavizar el mundo, para ello creaba los más siniestros planes, y diseñaba armas con rayos desintegradores, capaces de desaparecer a la ciudad de Nueva York. Más atrás en la historia registramos a Fu Manchú que como el actual gobierno de China odia a la civilización occidental, sobre todo a la raza blanca, como dato curioso el actual coronavirus fue desarrollado para afectar principalmente a personas de sangre tipo A y B, que es la que  tienen más las personas de raza blanca.
China está en guerra, solo que el mundo aún no lo sabe.

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