domingo, 22 de marzo de 2020


  Puede ser de otra manera



Todo puede ser de otra manera, es el axioma que prevalece en el enfoque  deconstructivista. Sale en busca de las otras perspectivas posibles, porque se parte de la premisa de que no hay verdad absoluta, porque no hay una verdad.

Lo que existe es una instalación de verdades que han pasado a creerse absolutas e incuestionables desde su imposición, y retroalimentadas con el ejercicio del poder.

El papel de la verdad es suplir totalidades, ser lo definitivo, lo seguro, un recurso al que apelar ante las interrogantes o los naufragios. Nuestra sociedad para estructurarse ha utilizado verdades con patentes eternas para funcionar y establecer un horizonte de equilibrio ficticio.

Por eso filósofos como Jacques Derridá, señalan que detrás de la veneración de muchas verdades sopla un viento de sospecha, algo oculto de los intereses históricos.

Derridá parte siguiendo la línea de Michael Foulcault, excarva el terreno, buscando el origen y cómo se legitimaron porque sabemos que ningún concepto anda mostrando su partida de nacimiento. Como los mitos se muestran como si fueran naturales, existentes de toda la vida.

Un concepto aceptado como verdad supone la eliminación de otras perspectivas, la liquidación de otros argumentos, la preeminencia de uno de ellos que se impuso sobre el resto. Pero ¿qué tiene que ver ese asunto sobre la cotidianidad de Juan, Pedro o María?
Ninguna.

Saberlo ni siquiera asegura que seremos  más importantes o mejores personas. Tampoco nos asegurará mayor felicidad.

Y es que la deconstrucción es una filosofía que no tiene nada que ver con la felicidad, menos aún con la felicidad de marketing inscrita en el ámbito de la vida “utilitaria”, que se ha convertido en una especie de narcótico para la angustia existencial que según Heidegger condiciona la vida del hombre.

En todo caso la filosofía de la deconstrucción es una elección más de despertar- desde un ejercicio intelectual-, ante la realidad de la existencia zombie, aparentemente armónica y apacible, donde se vive en paz, donde todo funciona bien y correcta, cuyo origen podríamos decir se emparenta con la caverna de Platón, de la que muchos prefieren no salir, lo que también es una elección.

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