domingo, 22 de marzo de 2020


 Toni Morrinson al vuelo


Crimen, pasión, envidia que todo lo que mira lo pervierte, la violencia en sus diferentes matices y su acción demoledora de certezas. La realidad inmediata siempre presente como un campo cercado de espinas, guetos innombrables construidos por el color de la piel, la vida de los afroamericanos separados de esa otra realidad que les es tan inalcanzable como lo son los sueños al despertar.

Así gravita el mundo narrativo de Toni Morrinson (Ohio-EE.UU /1931), escritora afroamericana, premio Nobel de Literatura 1993; un mundo que como un péndulo se mueve entre el legado de la fantasía mítica de la esclavitud y lo irrevocable de una sociedad blanca, dominante e intransigente que niega la integración, y a veces la mínima convivencia entre razas diferentes.

Las voces urbanas y rurales, el eco de las luchas generacionales de la gente de color en Estados Unidos, por el reconocimiento y la igualdad, y como estos se reparten en una cotidianidad que a veces deja espacios de descanso para la felicidad que pasa como un brisa efímera hasta que desaparece en la inacción de las rutinas de vidas obstinadas, la tristeza que los embarga o los interrumpe la desgracia, son elementos del quehacer poético de sus textos.

Los personajes de las novelas de Toni Morrinson tienen el estigma de los buscadores de tesoro, pero al final de cada búsqueda, tras seguir la ruta marcada en cada uno, terminan dándose cuenta que la equis que indica el lugar del hallazgo está bajo sus  pies, y que el tesoro son ellos mismos.

También hay una fragua, un respirar constante al ritmo de la existencia inconforme, la que trata de ir más allá de las preguntas y que no cesa en su afán de trascenderse a sí misma. En sus novelas  perviven las pequeñas alegrías, los amores devotos, lo delicioso del vivir que como un matiz en momentos opaca la dureza de sus vidas.

Conocí la narrativa de Morrinson a través de una crítica argumental sobre el desarrollo de una de sus tramas que hiciera el escritor José Saramago (Premio Nobel 2008), sin embargo, luego de leer cinco de ellas: “La Canción de Salomón”, “Ojos Azules”, “La Isla de los Caballeros”, “Beloved” y “Sula”, en cada una pude leer a una escritora que deja resonancias en un eco literario que se expande párrafo a párrafo, generando la atmósfera  que  define el hecho estético que estructura las páginas de sus libros. Mínima quedó la crítica de Saramago.

Toni Morrinson voló ayer a los 88 años, dejándonos esos mapas del tesoro que son cada una de sus novelas, llenas de una desmesurada literatura.

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