domingo, 22 de marzo de 2020

                     
                   El meteorito y los tukis



Leandro es choro y son las 9 de la noche, a esa hora está en la azotea recostado del tanque de agua fumando marihuana para relajar el día. Estaba ahí con la mente en zozobra, viendo a La China, naufrago de su ilusión, buceándola mientras ella hacía ejercicios con sus amigas en la terraza de su casa. La China, era una morena a quien la genética no le había negado ningún atributo, parecía la gemela de Norkis Batista, pero en los últimos meses había engordado unos cuantos kilos, después que estuvo saliendo con el gordo Frank, porque dicen los que creen en vainas que la gordura se pega por el beso.

La China era de las intocables del barrio, nadie se comía la luz con ella, hermana menor de tres policías mala conductas, un guardia y un par de criminales que eran verdaderas lacras, que andaban por las minas, le daban inmunidad contra el hampa, y un salvoconducto de entrada y salida del barrio a sus amigos. Ahora La China vivía haciendo cuanta dieta le recomendaban, ante la amenaza de ponerse como un tanque de guerra, eso era lo que contaba su prima Yamilet que le hacía las uñas. La China está haciendo la dieta de la berenjena, otro día llegaba con  el cuento lo de la toma de la concha de naranja, o la de la chayota.

Estaba ensimismado viendo eso, cuando llegó el Yendri  en la moto y le gritó  baja.
Se puso una franela, agarro su calibre  38, seguro que hay plomo esta noche, pensó con recelo animal. Tenía una mirada fría y oscura, sin ningún contenido humano en sus ojos.

Al  verlo Yendri le dijo muévete menol, hay un beta en Flor Amarillo, cayó un meteorito, actívate, vamos a hacer esa vuelta que eso está alyiorno,  la vaina  está full en intelnet.

No era raro que el Yendri anduviera en moto a esa hora,  aunque en ese horario nunca salía del barrio, tenían muchas culebras sueltas, lo de ellos eran los celulares, robaban en las mañanas, cuando salían a rebuscarse en las tardes era porque en la mañana no habían cuadrado nada. Pero llegarse a Flor Amarillo, era otra voz, muchas bandas en esa zona. pero el Yefri lo tranquilizó, eso está al pelo menol, nada de salitre, media Valencia va a estar allá, le iba hablando y los dos veían en en la pelicula de sus mentes a un tropel de gente llegando al sitio, chamas “fresis” y chamos bien, tomándose selfies con sus tremendos celulares con el meteorito, un tiro al piso los vamos a tumbar a todos.

Ambos ignoraban que la masa de los meteoritos se desintegra al incendiarse apenas entran en la atmósfera terrestre y lo que lo que va dejando es una estela incandescente de ceniza y después con el impacto lo que queda -si acaso-, es un reguero de piedritas y puede que una más grande en el centro del hoyo, pero como la ciudad no había sido sacudida por el asteroide, lo más probable es que lo que quedara no fuera más grande que una caraota.

No había nadie, una docena de curiosos como ellos que pasaban desatendidos sin bajarse de sus carros por la calle  oscura, sin alumbrado, llena de huecos y con un reguero de aguas negras. Coño como que nos vacilaron bien feo menol, dijo el Yendri, mientras miraba hacía el terreno baldío buscando una señal del meteorito. Pararon en la esquina en un puesto de perro calientes, y preguntaron aquí fue donde dicen que cayó el meteorito?

El perrocalientero sonrió y les dijo media Valencia ha venido a preguntar por esa vaina esta noche, aquí no ha caído nada, solo que unos carajitos se pusieron a prender todo ese monte, dijo señalando el terreno baldío en el que aun chispotorreaban algunas ramas con su rojo incandescente. Y si la gente sigue parándole a todo lo que sale en internet van a terminar todos locos de bola y enfermos. Si ese meteorito hubiera caído aquí, yo hubiera hecho mi noche.

Nosotros también, pensó el Yendri, y arrancó su moto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.