domingo, 22 de marzo de 2020


     Una extraña solicitud


Recibí una solicitud de amistad en Facebbok de la escritora argentina Silvina Ocampo quien tiene 30 años de muerta...la cual respondí asi:

Mi estimada señora, le voy a repetir algo que quizás usted este cansada de escuchar como una letania los últimos 30 años de su inexistencia, usted está muerta.

No creo que a usted le sorprenda tanto leer en mis palabras la reiteración del hecho indudable de que usted ya no pertenece al mundo de los vivos, como a mi recibir una solicitud de amistad en mi Facebook, desde el mundo de los muertos.

Me siento doblemente halagado que usted haya reparado en mí un humilde periodista y profesor de escritura, perdido en el anonimato de esta comarca del Caribe que es Venezuela. Primero por su condición de escritora, segundo porque lo hace desde el más allá, donde supongo no todos los difuntos tienen acceso a Facebook, sino el mundo sería un caos donde todos estarían chateando con sus muertos, y la muerte seguro perdería rigor y misterio, algo impensable. Porque pudiéramos estar hablando del fin de los ritos funerarios y de los cementerios, del apego a la necrofilia. Se acabarían los duelos por perdidas de seres amados, y sólo existirían los duelos amorosos a los que como usted sabe, no se les guardan luto sino despecho.

De sólo imaginar que mi Facebook se convirtiese en un espacio lleno de fantasmas; revisar un día la lista de mis contactos y ver que estoy en medio de un mundo de difuntos, sería espantoso para mí. Más aun viendo que me lleguen mensajes de personas como usted, que más que escritos serían verdaderos susurros del inframundo, como los de cualquier ser desencarnado, quejumbrosa y lenta, como aseguran es la voz de los muertos.
Cada vez que abriera mi Facebook lo haría con una misteriosa e inasible pesadumbre, pensando que usted está en lo desconocido, usted que siempre ha existido para mí, como un nombre de eventual recurrencia en los compendios de literatura hispanoamericana.

De aceptar su amistad también debería aceptar, por ejemplo, la de Tomás Eloy Martínez, coterráneo suyo con quien curse un par de notorios seminarios sobre el "nuevo periodismo" en sus últimas visitas en Caracas. Pero siempre he declinado tener amistades metafísicas, mucho menos en mi Facebook, sería algo atractivo, turbio, y aterrador, como el hecho de que usted me conteste este mensaje (espero que no).

Sin duda tengo en mi red, gente mucho menos generosa y culta que usted, pero con la diferencia de que ellos están vivos y usted no. Y la vida mi estimada señora, a diferencia de las novelas, tiene un final irremediable.

Debo confesarle que su solicitud de amistad me inquieto, tanto como cuando en mis años de liceísta pase casi quince días sin dormir tras leer la novela Aura de Carlos Fuentes, que impregnó mi imaginación de una atmósfera misteriosa y siniestra, como el hecho de que yo esté escribiendo este mensaje quimérico y mágico para alguien que habita en el más allá.

Ante su solicitud solo puedo recordar ese cuento referido por su querido Borges, no menos espeluznante que esta comunicación, que el narró diciendo "….estaba sola en el mundo, de pronto llamaron a la puerta…."

Le aseguro mi estimada señora que no sere yo quien la abra.
Saludos.

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